He aquí un fácil ejercicio que podrían estar haciéndose los saharauis para calcular cuánto valen:
1.- Somos 250.000 personas, de las que 160.000 están exiliadas en Tinduf, Argelia
2.- Marruecos va a permitir que cien barcos pesqueros españoles faenen desde el próximo marzo en nuestras aguas.
Deducción lógica:
1.- Cada barco español de pesca vale 2.500 saharauis de los que 1.600 están en el exilio.
2.- Cada saharaui representa 1/2.500 de un pesquero, o 1/1.600 exiliados por barco. Valemos lo mismo que un remache, o así.
En la lonja de valores de seres humanos, los saharauis están devaluados, especialmente desde que el Gobierno intimó con el rey de Marruecos, olvidando la tradicional exigencia de autodeterminación saharaui presentada por Española y por la ONU.
Aunque para España la nueva situación tiene sus ventajas:
Mohamed VI dejará pescar en aguas saharauis esos cien barcos españoles de los 131 que le permitirá a la Unión Europea. Y si hay petróleo allí, seguramente alguna empresa de nombre español, pero de capital mayoritariamente extranjero, participará en el reparto.
Mohamed VI promete –se verá si cumple-- que no molestará con nuevas demandas sobre Ceuta, Melilla y varias islas españolas en la costa africana, incluyendo Perejil. Tampoco mirará demasiado a la Comunidad Canaria, que aparece en muchos mapas alauitas con el mismo color que el territorio de ese país. Y reducirá el envío de inmigrantes ilegales.
Además, y tras el golpe de estado en Mauritania, quién sabe si Marruecos no será el último muro que proteja geográficamente a España del islamismo que está avanzando en los países de esa religión. Lo que es para tener muy en cuenta.
Todos estos beneficios, gracias al giro radical del Gobierno, que cambió la doctrina tradicional de la izquierda y derecha españolas desde que Marruecos invadió y ocupó ilegalmente el Sahara, en 1975.
El compromiso español para conseguir la autodeterminación de los saharauis, que había sido inmutable hasta ahora, se ha olvidado. Solo falta que las organizaciones de ayuda a ese pueblo dejen de hacer reclamaciones: se consigue reduciéndoles las ayudas estatales.
Los saharauis y sus cada día menos aliados podrían proponerse resolver ahora otro ejercicio, éste más difícil: ¿Cuántas sardinas de las que pescarán los cien barcos españoles en nuestras aguas vale un saharahui?