Zapatero y Sarkozy, dos caras de la misma moneda
Sarkozy se ha salido finalmente con la suya. La Asamblea Nacional de Francia dió ayer luz verde al proyecto de ley de reforma del sistema de pensiones, que incluye el retraso de dos años en la edad de jubilación, que pasa de los 60 a los 62. El presidente galo, que ha recibido un duro varapalo de la Comisión Europea por la expulsión a Rumania y Bulgaria de personas de etnia gitana, es todo un ejemplo de prepotencia y soberbia. Hace oídos sordos a las voces que defienden la tradición de Francia como país de acogida y da la espalda, con desprecio y altanería, a quienes exigen el cese de las deportaciones por atentar contra los derechos humanos. Sarkozy es un modelo de político engreído, que no reconoce más autoridad que la suya. Su deciciones y actuaciones se rigen por un solo lema: “Ordeno y mando“.
Su política económica y social ha sido rechazada con cuatro huelgas masivas y la reforma del sistema de pensiones dará lugar a una quinta convocatoria este mismo mes. Alguien debería decirle al marido de Carla Bruni que no se puede gobernar contra la voluntad de la ciudadanía y quien lo hace no merece el nombre de demócrata. Sarkozy se ve a si mismo como un pequeño rey en una república, pero olvida que, a diferencia de la monarquía, su puesto tiene fecha de caducidad. Siento vergüenza por la imagen que Francia está lanzando al mundo de la mano de un hombre que cada vez me recuerda más a Berlusconi. Sus paisanos no merecen un presidente que les ignora y les obliga a vivir cada vez peor, con medidas tan regresivas como la reforma del sistema de pensiones. Lamentablemente, el modelo Sarkozy se exporta y Zapatero es un fiel alumno de la derecha francesa. Cada día nos dan una razón más para salir a las calles el 29 de Septiembre.