En la fotografía, un joven reparte entre algunos niños, las mochilas robadas por el sindicato andaluz de trabajadores (SAT), ras el asalto a un centro comercial del grupo Carrefour.
Existen problemas de fácil solución, y el robo de material escolar en determinado comercio es de las que más fácil solución tiene; los aslatantes llevaron a cabo su acción a cara descubierta, son fácilmente identificables por la policía, con lo que es suficiente con proceder a su detención y pasar a disposición judicial, dejando para los Magistrados la condena si hubiere lugar a la misma, más el cumplimiento de la pena y, en su caso, la restitución de lo sustraído. Pretender otorgar dimensión política alguna a la comisión de una falta o un delito atenta contra la línea de flotación del Estado de Derecho y se asemejaría a permitir, sin más, la entrada de inmigrantes en nuestro país, o a todo sujeto capaz de acreditar menos capacidad económica que el Sr. Cañamero, a entrar en su casa y hurgar en su frigorífico, algo que resulta completamente surrealista y nos acerca más a las repúblicas bananeras de Maduro que a la Alemania de Merkel, por más que nos moleste esta señora con sus decisiones en materia económica.
Para parecer un país serio, se debería detener a los culpables de este desaguisado y aplicar la ley, ni más, ni menos, porque la solución a estas situaciones ya la explicó Jesucristo hace más de dos mil años: Dad al césar lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. Lo malo es que el SAT, de momento, no es el propietario de Carrefour.