Un retorcido arco iris rojo de brillantes luces cansinas te guía por un enmarañado scalextric imposible de comprender. Conduces relajado, repasando los detalles de una jornada maravillosa, colmada de felicidad en la misma medida en que has regalado tu vitalidad, tus ganas de vivir.
No hay prisa, sabes que al finalizar el trayecto todo este electrizante presente se vestirá de pasado y se irá. No muy lejos, sólo a una caricia de distancia. Pero añoraras ese tacto una y otra vez.
Suspiras, enfocas los ojos hacia adelante. Una miríada de luciérnagas rojas te guía en el crepúsculo del fin de semana. Reconoces un bache traidor y te alegras: ¡Bien! todavía falta un ratito para llegar.
El pecho te hierve de emociones, los ojos se resquebrajan de satisfacción y tu boca se inunda del néctar divino que regalan las guitarras de Sultanes del Swing en tus oídos.
La nostalgia prematura se abraza a la felicidad. La música te eleva todavía más. La vida es un cúmulo de momentos pasados que se recuerdan a gotas de placer y tragos de hiel. Bendita la gota de miel del pasado que acaba con cualquier amargura futura.