Zeuxis con sus queridas revistas y su amado payaso Chiritas
absorto en las ilustraciones de los libros de papá
En el principio era la nada, y no sabia escribir , ni leer, sin embargo me pasaba horas y horas observando libros y revistas con inaudito interés.Dicen que Borges leyó en su infancia la Iliada y la Odisea, el tuvo que leerlos, en Grecia esos eran cuentos infantiles, yo, por mi lado tuve casi una mejor relación con esos clásicos.
De pronto se hizo la luz y el comic llegó a mi vida, fue así como conocí todos los clásicos, a la edad de seis años ya me eran familiares nombres como: Minotauro, Poseidón, Hércules, Zeus, Oráculo, Medea y ese léxico asombraba a los adultos porque pensaban que era un genio que a tan temprana edad ya había leído los mamotretos de Homero, y quizás no andaban muy lejos de la verdad, en aquellos días la editorial Navaro de comic mexicano me proporcionó más conocimientos que cualquier otra enciclopedia.
Fueron los días interminables y maravillosos de las joyas de la mitología.
Lo genial de estos comics no sólo eran sus historias que me descubrían el mundo griego, su mitología y su historia sino que dichas revistas me trasportaban a un mundo inevitable. Los dibujos ahora un tanto barrocos lograban tal encantamiento que me era impostergable realizar cualquier otra cosa, aprender a leer se convirtió en un divertimento secreto, leer era invertir cantidades de tiempo en revistas de comic que me mostraban universos inimaginables. Las imágenes de esas revistas están grabadas en mi mente y aunque cada vez que vuelvo a ese mundo encuentro todo un poco "ambarino" como dice Vila Matas, para mí los dibujos parecen tomar de nuevo ese fino y pulido color de lo desconocido; el asombro herrumbrado por los años vuelve a brillar como si el mismo Apolo lanzara rayos inmortales a tan memorables historietasel dios Poseidón sale a ver a rey Minos
¿Cómo olvidar esas imágenes donde los dioses se hacían invisibles, donde los héroes cabalgaban sobre pegasos, donde pitones gigantes presagiaban la caída de Ícaro o la muerte del Minotauro, cómo olvidar al centauro que raptaba a Deyanira y de la hoguera que quemaba el cuerpo invencible de Hércules?Arquímedes desnudo gritando por las calles "lo encontré!"
el oráculo, la pitonisa.
El Minotauro cercando a sus víctimas en el laberinto de Creta
Ícaro es castigado por Apolo
Debo demasiado a esta colección de la editorial Navaro pero sobre toda a la editorial misma, con ella no solo pude reconocer los mitos griegos sino los latinoamericanos y la biografía de personajes históricos que me enriquecían hasta convertirme en el niño biblioteca. "- ¿Alguien sabe quién fue Pedro Claver? - Por su puesto profesora, en Vidas ilustres, se dice que fue un santo que luchó por los negros.- Gracias Zeuxis, ¿hay alguien más que no sea Zeuxis que sepa quien fue Goya? (carajo, ni la profe le gustaba que yo anduviera como una biblioteca parlante) Pero eso hizo de mí esa hermosa editorial y que decir de los pintores, de la obras maestras de la literatura o de esos viajes épicos que constituyeron también mis primeros conocimientos de geografía y que conocí sólo a través de esas historietas.Hubo demasiado en esos ejemplares insustituibles de la infancia, yo no era un niño nerd o ratón de biblioteca solo era un niño maravillado por el poder de los dibujos , de las historietas, era un pequeño que se sumergía en su juego más querido con rotunda seriedad como diría Freud.Esta editorial con todas sus colecciones no era una biblioteca, era un juguete infinito, no sólo leía estos comics hasta saciarme, también me acompañaron Tarzán, las aventuras del oeste y hasta el temerario Supermán.
Ahora sé que soy lo que soy no por un empeño literario ontológico de ser escritor sino por un capricho ontológico de mi hedonismo infantil, yo escribo para divertirme, como dijo Patricia Highsmith y tal vez lo hago porque al igual que la lectura estos son a veces los únicos conjuros que siempre me prodigo para regresar al paraíso