Sin lugar a dudas la experiencia más fascinante que realicé en mi reciente viaje a Helsinki fue la increíble velada que pasamos en la Finnish Sauna Society. Era uno de los platos fuertes que nos había organizado Inna Pirjeta , la organizadora del Nordic Bloggers Experience, y que tenía el encanto justamente de inmiscuirnos en el auténtico espíritu finlandés, en una de esas actividades que dan caracter y que marcan las costumbres del lugar.
Además pudimos hacerlo de un modo auténtico y sin interferencias, es decir, pudimos inmiscuirnos en una tarde de un día corriente en esta institución, que como tantas otras, mantienen y defienden el espíritu de este baño ritual que es mucho más que meterse a tomar vapor y calor en un cuarto enlaminado de madera.
A través de la emoción con que Inna nos intentó transmitir lo que significaba para ellos esta costumbre, así como las palabras del Presidente de la Sauna Society, pudimos captar que ésto se trataba de algo más profundo que el hecho de sentarse a sudar, como se hace en los tantos saunas del resto del mundo.
A todo esto hay que agregar la irrepetible situación de estar en la auténtica situación psicofísica que llevó a unos finlandeses hace tiempo a inventar esta manera de estimular su cuerpo y su alma. Nos encontrábamos en una tarde de enero, era de noche, y la temperatura era inferior a los - 10º. Además nevaba. El recinto se encuentra en las afueras de Helsinki, y el plato fuerte era, que estaba a orillas de un caudal de agua del mar, que por estas fechas está congelado, y que picando el hielo le realizarían el famoso hueco para que pudiéramos realizar los baños de contrate al calor que recibiríamos en los recintos vaporizados. Es decir, pasaríamos de 110ª a 2º (que eran los que tenía el agua).
Y es que en esa circunstancia, hice una de las experiencias más alucinantes de mi vida: Me metí en el agua helada luego de estar a 50º en base al agradable vapor de las piedras incandescentes. Cómo es meterse en el agua a 2º con una temperatura de -12º en el exterior? La verdad no es tan shockeante como pensaba gracias a que el cuerpo está tan caliente que no sientes tanto el frío. Es más el efecto psicológico de saber la locura que estás haciendo, el miedo a un paro cardíaco, que lo que en efecto es.
Por empezar cuando sales afuera en bañador, sientes el fresquito, pero no tanto. Luego has de caminar por la pasarela que te lleva a la escalerita para meterte en el agua. Es tan increíble el momento en el que ves que eres capaz de realizarlo, que se convierte en una parábola de la vida: todo es cuestión de probar. Tanto es así que lo hice 3 veces, pero debo confesar que no fui capaz más que de entrar y salir inmediatamente.
Los efectos se sienten al instante, el estímulo a la circulación es espectacular. Y si el contraste calor-frío es acongojante, el contrario es encantador. A todo esto, no debemos olvidarnos la inusual importancia que tiene para los adeptos al sauna el VIHTA, o sean, las ramas con que has de sacudir tu cuerpo entre baño y baño, o entre sala de vapor y su contigua. Porque en ésta, había cuatro salas con diferentes temperaturas. Luego te encuentras con que en el interior compartes conversación con distintos miembros del Club, y te queda claro que es un curiosísimo modo de encuentro social.
Al final del baño, que los finlandeses realizan mínimo dos veces a la semana, te espera un acogedor salón, con una chimenea en el medio, que sirve a la vez de asador. Porque lo que se usa es asar con un pincho distinto tipo de carnes o embutidos. Momento para la charla, momento para el intercambio, así terminó la velada más contundente de mis noches en Helsinki.