Revista Conciertos
Martes 12 de octubre, 20:00 horas. Oviedo, "Conciertos del Auditorio": Hespèrion XXI, La Capella Reial de Catalunya, Montserrat Figueras (soprano y cítara ¿salterio?), Jordi Savall (viola de gamba y dirección).
Con el sugerente título de "La ruta de Oriente en tiempos de Francisco Javier" (del que ya hay grabación y comentarios en 2008) se presentaba en Oviedo el músico catalán con sus dos formaciones habituales e incluida su señora que centraba la escena -incluso cuando no cantaba- pertrechada tras una cítara (o salterio, que no me quedó claro). Casi dos horas de música sin descanso alguno, con desiguales resultados musicales que llegaron a rayar en lo plúmbeo y forzando casi al máximo las habituales toses del respetable (?), con más abonados que la pasada temporada y muchos de los cuales no esperaron ni la propina de un Ave María chino que no fue lo peor de este arranque de los Conciertos del Auditorio.
Antes de nada quiero dejar claro que llevo muchos años y discos de Savall a mis espaldas, desde aquel CD doble con la EMI holandesa que rescataba la "música secular de los cristianos y judíos en España de 1450 a 1550", un vinilo de 1976, y los "romances sefardies de la época anterior a la expulsión de los judíos de España en 1492" de 1991, de lo poco publicado entonces de esta época medieval y renacentista junto al Llibre Vermell de Montserrat, sin olvidar el siguiente "aluvión Savall" con el desaparecido sello Astrée-Auvidis que casi arruina mi pobre economía en los 90, montón de discos patrocinados por el "dichoso Quinto Centenario 1492-1992" recogiendo y grabando muchísima música de Cancioneros como el de la Colombina, Medinaceli, Palacio, los "Entremeses del Barroco Hispano (Lope de Vega)", los monográficos dedicados a Guerrero o Victoria sin olvidarnos de Juan del Enzina con sus excelentes "Romances y villancicos" o la inolvidable película y banda sonora "Todas las mañanas del mundo" (que se reeditó en DVD).
Su agrupación entonces tenía el "apellido XX", acorde con el siglo, pero no se quedó en ese periodo histórico sino que se atrevió incluso con Bach y los Seis conciertos de Brandenburgo (ahora reeditados con su propio sello y que vuelve a incluir en sus giras) muy desiguales y con la presencia de un joven Fabio Biondi, así como con "Les quatre ouvertures" (las Suites para Orquesta BWV 1066-1069) con la formación "Les Concert des Nations" que aparecía junto a "La Capella Reial de Catalunya" (por cierto instrumental y vocal para liarnos un poco más en cuanto al nombre de las formaciones de Savall), e incluso un Requiem de Mozart junto a la Oda fúnebre K. 477 "distinto" (¿historicista?) y con más luces que sombras en todos los sentidos aunque aparecía nuevamente Montserrat Figueras que nunca fue de mi gusto (insisto en recalcar que es MI OPINIÓN, pues sé que a muchos les parece exquisita) y bajaba enormemente la calidad global aunque tenga en su haber -de nuevo con el desaparecido sello francés- las "Arie e Lamenti per voce sola" de Monteverdi nada menos que con Ton Koopman liderando el proyecto, y que personalmente estropeaba nuevamente su voz.
Se puede apreciar que mi seguimiento de Jordi Savall es exhaustivo y lo de Oviedo aunque no era el espectáculo de la Dinastía Borgia (música para un documental de la TV3 catalana) que interpretaron el pasado sábado en León -aunque a la vista de lo escuchado tampoco creo que resultase mejor- al menos prometía y me atraía por lo original del planteamiento en siete partes -sin descanso previsto- intercalando números instrumentales, corales, solos de la señora de Savall, narración (a cargo de Francisco Rojas) e instrumentos tradicionales japoneses e indios con auténticos virtuosos y unas notas al programa del propio Savall que incluía los textos traducidos al castellano.
Pero del dicho al hecho mediaba un abismo, y creo que está viviendo de las rentas, máxime leyendo en el programa que "La Capella" está patrocinada por la Generalitat de Catalunya, "Hespérion XXI" por el INAEM y el proyecto-programa financiado con el apoyo de la Comisión Europea dentro del Programa Educación y Cultura.
De entrada el espectáculo estuvo amplificado, algo extraño que tampoco ayudó a hacer legibles los textos (aunque sí la poca voz de la soprano coprotagonista). Los músicos del Hesperiòn XXI traídos a Oviedo, todos especialistas y virtuosos de sus instrumentos (a destacar las arpas de Andrew Lawrence-King), creo que se han tomado esta gira como un "bolo" y en ningún momento dieron sensación de grupo (faltaron muchos de los que grabaron este programa) salvo en números puntuales (en especial la sección de viento); los siete solistas integrantes de "la capilla" así resultaron, siete voces independientes pero no un coro de cámara: ni una entrada a la vez, sin empaste, e incluso desafinación por momentos (hasta en las partes "dobladas" por los instrumentos). Los músicos invitados, con la vestimenta "típica" de sus respectivos países, resultaron excesivos en la duración de sus intervenciones (muchas improvisadas como así figuraba en el programa) y casi ocuparon más tiempo que los "titulares", aunque sí quiero citarlos por su calidad (si bien no asistiría a ningún concierto específico de ellos solos): Hiroyuki Koinuma (shinobue y nohkan), Yukio Tanaka (canto y biwa), Ichiro Seki (shakuhachi) y la habitual en las formaciones savallianas Masako Hirao (viola de gamba baja y shamisen) desde Japón, con el hindú Prabhu Edouard (tablas) y el estadounidense Ken Zuckerman (dhotar y sarod) en los instrumentos del Indostán.
Creo que faltaron más temas en la línea del Venite, exultemus Domino de Morales, Virgen bendita sin par de Pedro Escobar, o el animado Tau garçó la dirundena de Bartomeu Cárceres, y menos ragas y anónimos japoneses, pese a documentar y presentarnos casi un concierto didáctico por el amplio muestrario organológico. Con todo, el respetable aguantó las dos horas escasas sin moverse del asiento mostrando su algarabía y placer tras la epopeya del santo, con nutridos aplausos que "obligaron" a la ya citada propina mariana de acento chino. Yo seguiré disfrutando del "Savall de estudio" aunque me llamen repugnante y los franceses le sigan idolatrando.