autor: blog Agua Viva
Hay varias versiones e interpretaciones sobre la vida de Jerónimo Savonarola en la red, pero yo he querido publicar mi personal visión de la vida y obra de este encendido predicador de la vida cristiana y las buenas costumbres pero controvertido sacerdote, sin leyendas negras ni leyendas rosas, buscando la verdad.
¿Hereje o santo reformador? es la pregunta que muchos se hacen cuando se habla de Savonarola, pero veremos de qué se trata, en quién recae el error, si en la Iglesia o en sus miembros y de qué modo.
Para empezar, en la época de Savonarola el Papa reinante era nada menos que Alejandro VI, más conocido como el Papa Borja.
Rodrigo Borja nació en Játiva, España, lo más probable en 1430. Sobrino del cardenal Alonso Borja, cursó estudios en Bolonia por expreso deseo de su tío cardenal. En 1455 el tío Alonso fue elegido Papa con el nombre de Calixto II, lo que facilitó la estrepitosa carrera del joven Rodrigo. En efecto, en 1456 fue creado cardenal sin ser todavía sacerdote y al año siguiente fue ascendido al cargo nada modesto en aquellos tiempos de Vicecanciller de la Iglesia. Cargo que conservó tras la muerte de su tío Calixto II durante los pontificados Pío II, Pablo II, Sixto IV e Inocencio VIII. A pesar de todo tuvo que esperar hasta 1468 para ser ordenado sacerdote. En 1492, fecha histórica del descubrimiento de Amèrica, fue elegido Papa tomando el nombre de Alejandro VI. Cuando fue ordenado sacerdote en 1468 ya tenía un hijo llamado Pedro Luis nacido en 1458 ó 1462. Desde su ordenación sacerdotal hasta su elección como Papa se dice que tuvo los hijos siguientes. Entre 1470 y 1475 le nacieron Jerónimo e Isabel, de madre desconocida como Pedro Luis. Los cuatro siguientes /(César, Juan, Lucrecia, y Godofredo) los tuvo con una tal Vannozza de “Cattanei” y nacieron en 1475, 1476, 1480 y 1481 respectivamente. O sea, que fue elegido Papa siendo padre de 7 hijos, tres de los cuales de madre desconocida. Pero se dice que la cosa no terminó aquí, pues algunos le atribuyen otros dos hijos siendo Papa, uno de los cuales, Rodrigo, habría nacido después de la muerte de Alejandro VI. (Niceto Blázquez – Los pecados de la Iglesia)
Jerónimo Savonarola nació en Ferrara en 1352 y entró a la orden de los predicadores en 1475. Finalizados sus estudios fue ordenado sacerdote y se dedicó a la predicación popular con mucho éxito. Empezó a predicar contra la corrupción moral, la degeneración, el lujo, el derroche, el afán de placeres al interior de la Iglesia y en la sociedad florentina. Iba en aumento sus prédicas en contra de Lorenzo de Médicis y la Santa Sede y cada vez ganaba más seguidores. Lorenzo y su hermano Pedro de Médicis eran odiados por su tiranía y su vida inmoral. Pronunció sermones fustigando los vicios (avaricia, usura, juego, etc.) de la ciudad. Predicó con celo abrazador y pronto ganó gran influencia. Por sus encendidas prédicas la vida de los ciudadanos se regeneró.
Fue elegido Prior de San Marcos en julio de 1491. La de Lombardía era una de las Congregaciones dominicanas de observancia más florecientes, pero él quería más y para ello pensó formar una Congregación autónoma con algunos Conventos identificados con sus planteamientos. En 1492 consiguió el apoyo de las autoridades florentinas, incluso el de Pedro de Médicis, y el 22 de mayo de 1493 fue firmado por el Papa Alejandro VI el breve de separación. Creada la Congregación de San Marcos, celebró su primer Capítulo en 1494 y en él Jerónimo fue elegido Vicario General, desarrollando sus ideas de reforma de pobreza absoluta, observancia estricta,...; en pocas palabras, una vuelta a lo que se consideraba el más genuino espíritu de santo Domingo de Guzmán. Característica peculiar de estos Conventos fueron las prácticas piadosas de carácter eminentemente afectivo, que están expresadas iconográficamente por ejemplo en la deliciosa ronda de santos y ángeles de uno de los Juicios del Beato Angélico —el dominico pintor fray Juan de Fiésole— en que aquéllos se dirigen al Paraíso danzando y cogidos de la mano. En la Cuaresma de 1493, Savonarola comenzó a desarrollar sus doctrinas religioso-políticas predicando sobre el salmo Ecce quam bonus en una serie de sermones, en los que además atacó a los malos Prelados, a los abusos introducidos en la Iglesia y a los príncipes tiranos.(ALFONSO ESPONERA CERDÁN, O.P.)
Hay que recordar que en el Renacimiento se daban casos de simonía bajo la forma de nepotismo entre los eclesiásticos: los cargos episcopales y eclesiásticos eran objeto de tráfico. Un hecho deshonroso contrario a la palabra de Jesucristo según el Evangelio de Mateo: "Vosotros habéis recibido gratuitamente, dad también gratuitamente" (Mateo 10,8).
Reacción de la Iglesia
Tres siglos antes de que Savonarola naciera la Iglesia ya había reaccionado contra esta forma de heteropraxis. Innumerables disposiciones conciliares conminaron penas contra la simonía (cfr. Denz.Sch. 691, 705, 707, 715-716, 818, 1175, 2145, etc.).
Entre 1008 y 1048, tuvieron lugar ocho concilios regionales en Inglaterra, en Francia y en Italia, con el fin de preconizar las reformas precisas para acabar con el abuso y la disfunción del sistema.
El Papa Nicolás II (1058- 1061), prohibió a los clérigos que aceptaran la entrega de una iglesia por parte de un laico y la obtención de cargos eclesiásticos a cambio de dinero.
El Papa Gregorio VII (1072-1085, impuso una importante reforma monástica: la (Reforma cluniacense) y pontifical Reforma gregoriana
Fue también condenada por el Concilio de Letrán II en 1139.
Al parecer, el rechazo de la Iglesia contra la simonía y el nepotismo no fue lo suficientemente fuerte pues continuaban dándose casos de simonía en la Iglesia, por eso el Concilio de Trento (1545-1563) nuevamente lo condenó y esta vez por ùltima vez. En la actualidad ya no se da, gracias a Dios, este tipo de prácticas. Y aunque es improbable, si ocurriera de nuevo algún caso aislado, pues para eso está la denuncia profética.
Aquí también se puede ver la diferencia entre el error de los miembros y la Iglesia. Por qué tuvo que pasar tanto tiempo, varios siglos, para que se abandonara definitivamente esta práctica? Todos somos hijos de nuestro tiempo y los miembros de la Iglesia también, sus errores son los errores de la época que les tocó vivir. Es verdad que el evangelio trasciende el tiempo, es actual en todo momento, y te inmuniza contra cualquier moda si lo estudias y vives profundamente, pero, precisamente, esos malos eclesiásticos estaban más cerca del fariseísmo que del evangelio. Ya lo dijo Jesucristo: “cuídense de la levadura de los fariseos” este consejo va para todos nosotros. Es por este motivo que la función profética y la corrección fraterna debe estar siempre presente en la Iglesia. No somos inmunes a laicos o clérigos que se alejan del evangelio.
Hemos visto que vicios morales se encontraban dentro y fuera de la Iglesia. A Savonarola le quedaban dos caminos: atemperarse al error (callar) o la denuncia profética.
Optó por la denuncia profética obrando conforme al dictado de su conciencia. Predicó contra la degeneración, el afán de placeres, la avaricia, la usura, el juego, el lujo, el derroche, la corrupción moral, al interior de la Iglesia y en la sociedad florentina. Hasta aquí obró correctamente ya que tanto la denuncia profética como la libertad de conciencia son evangélicas (a modo de introducción sobre la función profética he publicado las entradas: Profecía: profeta y profetisa; Profetas, ayer y hoy; Laico: sacerdote, rey, y profeta; Los Profetas en el antiguo testamento) y predicó en el púlpito o itinerante en las calles en pleno cumplimiento de su oficio.
¿Cuál fue el error de Savonarola?
Hallo la respuesta en “La Provocación” del padre Castellani (“Cristo y los Fariseos”):
Castellani empieza comentando la tesis absurda de Renan que Jesús se hizo matar por fanatismo religioso o por ingenuidad pastoril "que “el dulce Nazareno” sencillo y cándido se haya dejado llevar suavemente cuesta abajo sin ver a lo que se exponía (tesis que contradice frontalmente las Escrituras)" o según Strauss "la pasión religiosa lo cegó. Esto plantea la cuestión del “derecho a morir por la Verdad” es decir de la sutil “tentación del martirio” que T.S. Elliot introduce en su obra “Asesinato en la Catedral” donde el arzobispo Tomás de Canterbury la rechaza.
Castellani se pregunta: “¿Tiene derecho un hombre a hacer que otros hombres cometan en él un homicidio para hacer triunfar la verdad? ¡Qué hombre tendría que ser ése! Pero en fin, suponiendo que exista, ¿tiene derecho?”
“¿Qué ha de hacer un cristiano en una Iglesia decaída, digamos, corrompida; un hombre de verdad a quien le toca el sino de vivir en mala época? ¿Qué es lo que le exige y le permite la fe? ¿Puede callar? ¿Está obligado a hablar? El problema se complica terriblemente con otras preguntas. ¿Qué misión pública tiene? ¿Hasta dónde está corrompida la Iglesia? ¿Qué efecto positivo se puede esperar si chilla? ¿Cómo ha de chillar? La obligación expresa de "dar testimonio de la Verdad", que fue la misión específica de Cristo, se vuelve espinosa en Sócrates, angustiosa en un pastor como Kierkegaard, perpleja hasta lo indecible en un simple fiel.”
Exacto. Qué debemos hacer? Callar o denunciar?
“Hay dos actitudes extremas que son ilícitas: la de atemperarse al error (que es la más fácil) y la de provocar el martirio.”
No es lícito “provocar” el martirio...
"No puedo atemperarme al desorden eclesiástico que prácticamente induce a los fieles en errores y devasta la fe, decía Kierkegaard. No lo puedo moralmente y no lo puedo ni siquiera físicamente. La misión de la palabra que se me ha dado en la ordenación, está doblada en mí de una nativa vocación de poeta y maestro, la cual no puedo declinar sin condenar al ocio a mis facultades y prácticamente a la ruina en toda mi vida interna."
entonces, qué hacer? atemperarse al error significa callar....
El propio Castellani proporciona la solución:
“La solución es pues que hay que buscar el martirio haciendo su oficio, y siendo lo que uno es en la eternidad. Es decir: "No digas ninguna mentira; no digas ninguna verdad que no sea necesaria."”
Si he comprendido bien lo que el padre Castellani expone (y acepto humildemente cualquier corrección) se debe estar dispuesto al martirio en el cumplimiento del propio oficio. Me explico. Santo Tomás Becket, el Arzobispo de Canterbury, no buscaba provocar al rey, todo lo contrario, intentó evitar la confrontación, pero obligado por el propio rey a aceptar el cargo de Arzobispo se vio también en la obligación de defender los derechos de la Iglesia y por esta causa fue asesinado, en el cumplimiento de su función.
Otro ejemplo que proporciona Castellani: extraído de la obra “El Señor del mundo”: un cristiano dispara su pistola sobre Oliver Brand cuando éste blasfema de Cristo, y es linchado por la muchedumbre…. esto es una provocación. "No tenemos derecho a hacer cargar al prójimo, aunque esté perversamente engañado, con un asesinato".
Nuevamente Castellani: "No hay peligro que yo ponga exceso de poesía, como Shakespeare, que cuando se le va la mano aturde y llega a ofuscar; pero si por poner "suficiente verdad" en un poema, me apresan los peronistas por comunista o me pone una multa el Cardenal Primado, cargo en mi ley, porque no hice más que cumplir mi oficio."
Luego, denuncia profética, sí, provocación, no.
“En tiempo de San Cipriano hubo cristianos que precipitaban sobre sí mismos la persecución destruyendo ídolos” Como el evangélico que espera a la salida de la misa y delante de todos los fieles católicos arroja al suelo la imagen de la Virgen y la pisotea gritando que es idolatría….
Que quede claro, en cuanto a su denuncia profética Savonarola obró correctamente, por eso algunos lo tenían por santo profeta, le llamaban "el nuevo Isaías". Cuál fue su error? En mi opinión su error fue abandonar su función espiritual y sacerdotal al aliarse con el rey de Francia. En 1484 tiene la visión (Santa Teresa de Avila aconseja tomar estas cosas con prudencia y San Pablo dice a los corintios que nuestra ciencia es imperfecta y las profecías limitadas) de un próximo «flagello» para la Iglesia y cree ver en el rey Carlos VIII de Francia como presunto hombre providencial encargado por Dios de imponer una reforma de costumbres en toda regla en la república florentina, en toda Italia y en la Iglesia. Carlos VIII llegó a Italia y ordenó la conquista de Nápoles. Como respuesta se formó una alianza de resistencia con la participación del Papa, y el “nuevo Ciro”, como fue llamado el rey francés, tuvo que huir de mala manera a su tierra, de donde no debía haber salido.
Alejandro VI no era un dechado de virtud moral, pero era el Papa reinante, el sucesor de Pedro, el portador de las llaves del reino, y mientras no cometiera una herejía, Savonarola debía mantenerse sujeto bajo su autoridad. La infalibilidad papal no significa impecabilidad, eso quiere decir que el Papa podría pecar, pero nunca enseñar error cuando habla ex cátedra; en el caso del Papa Borgia nunca enseñó un error, en cuanto a ortodoxia no se le puede achacar ninguna falla, en cambio en la praxis, sí.
A partir de entonces Savonarola empezó a estar peligrosamente en la cuerda floja sin abandonar esa actitud de confrontación incluso contra el Papa. El “nuevo Isaías” se encontró con un número de enemigos cada día mayor, los cuales soplaban sobre el fuego de los sentimientos antifranceses italianos y de la propia curia papal. El 7 de noviembre de 1496 le llegó un decreto de Roma en el que se le instaba a incorporarse a la nueva provincia toscana-romana de los dominicos. Habiendo ofrecido fuerte resistencia, el 13 de mayo de 1497 le llegó el decreto de excomunión, al que respondió reanudando sus prédicas y negando la presunta validez del decreto de excomunión. La respuesta no se hizo esperar: la orden de arresto y traslado de Savonarola a Roma para ser juzgado. Las autoridades de Florencia dieron via libre para que la turba lo capturara en su propio convento. El y sus dos compañeros fueron conducidos a las cárceles de la Signoría, haciéndoseles un Proceso civil y eclesiástico lleno de clamorosas irregularidades, que culminó con la condena a muerte «como herejes, cismáticos y por haber predicado cosas nuevas». Se prepararon para la muerte con una profunda piedad, asistidos por monjes benedictinos. Sus cenizas fueron tiradas al río Amo para que sus seguidores no las guardaran como reliquia. La herejía y el cisma eran considerados delitos sociales de alta traición a la fe susceptibles de ser castigados con la pena de muerte. A Savonarola se le aplicó esta pena sin compasión. Actualmente nadie le acusa de herejía ni de cisma. Más aún, se piensa incluso en su canonización. Sus escritos que fueron puestos en el Indice de libros prohibidos fueron rehabilitados por León XIII. Se duda incluso de que la bula de excomunión contra Savonarola fuera válida.
¿Criminal o Santo Reformador? Se contesta a estos interrogantes que se lamenta el trágico fin en la hoguera y que la Iglesia tiene la última palabra para zanjar de una vez por todas este lamentable episodio eclesial.. Es la opinión de algunos que no fue ni hereje, ni santo. Hay que reconocer que los que le condenaron a la hoguera fueron cualquier cosa menos hombres de bien. Todos, cada cual a su modo, fueron unos corruptores del mensaje cristiano del amor: tradición divina. (Niceto Blázquez - Los Pecados de la Iglesia)
La denuncia profética molesta, incomoda, fastidia, pero es deber de la jerarquía soportarla con amor porque quien denuncia lo hace también por amor a la Iglesia. Gracias a la denuncia profética por ejemplo del padre Bartolomé de las Casas la Iglesia tomó conciencia de los maltratos a los indígenas en las colonias españolas. La crítica profética es molesta pero necesaria, se la puede ignorar pero nunca perseguir ni castigar. Por supuesto, hay que hacerlo con educación, lo cortés no quita lo valiente. Somos cristianos, que se note también en nuestra forma de ejercer nuestra función profética: sin mentiras ni calumnias ni sospechas sin fundamento. "No digas ninguna mentira; no digas ninguna verdad que no sea necesaria. La dificultad está en saber cuándo una verdad es necesaria: Una verdad es necesaria cuando ha de salvar un alma."
No puedo dejar de reconocer que ese ardiente celo de Savonarola por la santidad de las almas es propia de una alma agraciada. "Como mínimo hay que reconocerle excepcionales condiciones de inteligencia, una probidad moral extraordinaria, una enorme piedad y un ardiente y sincero amor a la Iglesia. Todo lo cual le hizo ser un austero moralista, un reformador de la Vida Religiosa, un orador apocalíptico, un predicador de la conversión y reforma de aquella república florentina e Iglesia de Roma." (ALFONSO ESPONERA CERDÁN, O.P.) Pero sus virtudes se vieron oscurecidas por su fanatismo, obstinación y desobediencia.
Que su vida nos sirva a todos de cura en humildad. San Pablo en la carta a los Corintios dice "porque nuestra ciencia es imperfecta y nuestras profecías, limitadas" (13, 1-13), por lo tanto, nos exige el discernimiento espiritual constante, el consejo de personas virtuosas, y la corrección fraterna. En palabras de Castellani: “no estoy seguro de poseer yo la plena verdad, antes estoy casi seguro de lo contrario. Esto último, que no podía decir Cristo, debe decirlo todo cristiano. Hay mezcla de pasión y de limitación en mi visual, aunque yo esté seguro de que es fundamentalmente recta, de lo cual tampoco puedo estar nunca del todo seguro. Claro que debo guiarme por ella, no tengo otra y debo vivir; pero para mí solamente, no para imponerla a los demás.” Dios a veces permite que mordamos el error para que no nos creamos más de lo que realmente somos
Por último, Savonarola ¿santo?. Hay grandes santos (canonizados y venerados por la Iglesia) y pequeños santos. Saque usted sus propias conclusiones.