Si el otro día os hablaba del buen nivel que tiene la ficción en este país y lo mucho que me gusta ‘El Ministerio del Tiempo’ (esta noche emiten el sexto capítulo), hoy os quiero hablar de ese placer culpable que no oculto que es ‘Scandal’. La serie creada por Shonda Rhimes es, en mi opinión, una mierda. Las actuaciones son todas pésimas (igual se salvan dos o tres de todo el plantel), el guión es horrible, la luz parece puesta por un mono y hay planos en plan “qué guay soy”. Lo peor es que todo esto hace que no puedas dejar de verla.
No sé cómo explicarlo. Es una serie en la que odias a todos los personajes y esperas que sufran mucho por lo mal que lo hacen, pero no puedes dejar de verla. Me enganché hace un tiempo y me vi las dos primeras temporadas del tirón. El sábado pillé la tercera temporada nada más empezada y me vi seguidos los seis primeros capítulos. Poco hay que decir. La serie empieza como una procedimental de un gabinete de abogados/publicistas que se dedican a mejorar la imagen (o limpiarla) de gente famosa que se ha metido en líos. A los pocos capítulos eso se pierde y se mete en una trama chunga de intrigas políticas muy mal llevadas.
La protagonista absoluta es una sobreactuadísima Kerry Washington como Olivia Pope, la que mejor maneja los escándalos de todo Washington DC. Junto a ella, su equipo de gladiadores trajeados (qué gran analogía). Tres abogados y un exasesino de una organización secreta del gobierno. Y se va liando poco a poco con historias inverosímiles. La trama recurrente es el amorío de Olivia con el presidente de los EE UU (trabajaron en campaña) y todo lo que rodea a su círculo más odioso.
De todos los protagonistas solo puedo salvar (porque no destacan) a tres: Harrison Wright (Columbus Short), Abby Whelan (Darby Stanchfield) y David Rosen (Joshua Malina). Los dos primeros son empleados de Olivia y el tercero (eterno Will Bailey de ‘El Ala Oeste de la Casa Blanca’) es un fiscal o algo parecido. Merecen ser destacados porque el resto provocan bastante violencia en general. Caso parte es el querido Henry Ian Cusick (Desmond en ‘Lost’, brotha) que desapareció sin dejar rastro al final de la primera temporada. Hizo bien, tío listo.
La serie engancha, frusta, enfada y divierte a partes iguales. Pocas bondades puedo sacar de aquí. Hay líneas de diálogo que son simplemente vergonzosas. Intentan tener cierta relevancia y solo consiguen abochornar al personal. No me quiero cebar mucho con ella porque ya está en la cuarta temporada y, como digo, estoy enganchado. Pero me sigue pareciendo un truñaco de categoría. Mierda que no puedes dejar de ver. Como Telecinco, pero con el glamour de EE UU.
P.D: Como comentaban María y Teresa (@littleblackvlc) en su blog, el vestuario (sobre todo el de la híper protagonista) es digno de resaltar.