Revista Cultura y Ocio

"Scapulis suis" de Javier Centeno

Por Bcmt

Cuando era estudiante en el Conservatorio Nacional de Música de París y me quise presentar al Premio de Hª de la Música había que defender dos hipótesis, elegidas libremente, pero enfocadas de manera novedosa. Una de las mías fue sobre cómo los compositores del Renacimiento habían utilizado la melodía de L'homme armé para legitimar su calidad, su categoría, su arte. Todo aquel que «quería ser alguien» tenía que componer una misa a partir de ese tema: Josquin, Ockeghem, Lasso, Palestrina y cientos de desconocidos que hoy hemos olvidado. Hice un estudio de la forma, del contrapunto, etc., es decir, las «reglas» que había que cumplir para que la composición de una misa sobre L'homme armé constituyera un antes y después en la carrera de un compositor de la época.
No se sabía el tribunal con anticipación y se dio la coincidencia de que estaba uno de los mayores especialistas del repertorio francoflamenco, Philippe Vendrix. Pero como yo lo ignoraba y él era tan guapo solo pensé: es imposible que, con ese físico, sepa quién es Josquin... La juventud y la ignorancia son torpes y muy, muy osadas. Me hizo una pregunta muy precisa sobre la misa de Faugues, un compositor que también escribió una misa sobre L'homme armé pero que no figura en muchas enciclopedias de música. Creí que estaba fanfarroneando y no me desestabilizó. Cuando salí alguno de mis compañeros me preguntó que cómo había ido con el temible Vendrix y solo entonces supe que había hablado de Josquin ante el mayor especialista europeo del tema. Por supuesto le había leído y citado en el trabajo pero sin imaginar que aquel señor que escribía sobre Ockeghem era físicamente como Lorenzo de Medicis. Según luego supe, él votó a favor de mi primer premio. Y un año después, era mi profesor de metodología en el doctorado de Tours, la universidad francesa especializada en el Renacimiento, mi alma mater. 

No me había vuelto a acordar de este trabajo ni de esta anécdota que aún me hace sonreír hasta que he leído la partitura del motete Scapulis suis de Javier Centeno. Me han venido a la mente los motetes del mismo nombre de Heinrich Isaac, Lasso y Palestrina; la misma sensación que tuve analizando las misas de todos aquellos compositores: que hay textos y melodías que son más maleables para la creación musical; la misma convicción que tuve ante las dos misas L'homme armé de Lasso y de Palestrina: que componer música religiosa vocal sobre un texto o melodía que, con anterioridad, alguien ha utilizado con inmenso talento ... es un ejercicio muy complejo que, en caso de ser superado, te legitima. 
En EEUU ya han empezado a comparar a Centeno con Arvo Pärt. Supongo que en España necesitaremos que se haga viejecito para empezar a darnos cuenta de que está pisando el terreno que transitó Palestrina, los mismos textos que él utilizó (Osculetur me o este Scapulis suis). Supongo que nadie me cree -ni siquiera él- cuando digo que estoy segura de que ha empezado a escribir una página, tal vez pequeña y modesta, de la historia de la música vocal española. Entiendo que parezca imposible, que no sea creíble que haya un mañana para la música de Guerrero y Victoria. Pero estoy segura de lo que oigo. Y, cuando dentro de muchos años, y tal vez ni él ni yo estemos en este mundo, alguien lea las líneas de este blog piense que lo vi. Y con eso me conformo. No necesito que nadie me crea, no necesito que él me crea, pero sí necesito compartirlo con mis lectores y con alguien de mi pasado, hoy rector de la Universidad de Tours, y sobre todo especialista de compositores que hacen arquitectura en el espacio sonoro. 

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