Revista Literatura
No todo es calor, cines de verano, calles desiertas, ventiladores recalentados y piscinas bulliciosas. Hay más, afortunadamente. Acaba de concluir Scarpia, en El Carpio, uno de los eventos culturales más atractivos, singulares y sugerentes de cuantos podemos encontrar en la provincia de Córdoba. Un oasis de cordura en este desierto de locura. Una gran noticia en estos tiempos recortados y amputados, donde la cultura parece ser siempre el primer miembro a mutilar, el inservible, qué cosas. El día que la Cultura pase de prescindible a esencial habremos avanzado mucho, muchísimo, como sociedad. Aunque me temo que aún nos queda, un larguísimo, empinado y duro camino. Pero regresemos a Scarpia, que si no le suena acuérdese de ese bonito burro que contempla desde la autovía, poco antes de llegar a El Carpio, dirección a Madrid. Son ya XI ediciones, quién lo diría, lo que confirma que los sueños, cuando se proyectan con los pies en el suelo, pueden llegar a convertirse en realidad. Scarpia, en concreto, es el sueño de Miguel Ángel Moreno Carretero, un creador que ha sabido derribar las fronteras de lo local, gracias al Arte, a la Cultura, que siempre navega por las aguas de lo Universal. Es un hermoso regalo el que Miguel Ángel le ofrece cada verano a su pueblo, situándolo en el epicentro de las vanguardias estéticas y creativas, convirtiendo El Carpio, y me apropio de sus palabras en la entrevista que pudimos leer en este mismo periódico, en una Venecia de la campiña. Porque Scarpia es la demostración de que si bien los proyectos, cuando se consolidan en el tiempo y cuentan con un público fiel, trascienden a las personas, siempre son personas comprometidas, imaginativas e ilusionadas las que están detrás de los proyectos, formando parte de sus cimientos, a modo de raíces humanas. Scarpia siempre me ha llamado la atención, y ha despertado mi admiración, más allá de por mi vinculación emocional y genética con El Carpio, por su afán de conectividad. Porque este festival emana naturalidad, en el sentido de acercar la cultura y la creación artística como elementos ordinarios y comunes de nuestras vidas. En todos los sentidos, interpretando lo “urbano”, nuestras calles y casas, como un espacio sobre el que experimentar desde un punto de vista artístico, pero también desde el humano, tratando de lograr lugares más habitables, más cómodos y bellos. Hay un notable esfuerzo por inmiscuir en el proceso creativo a toda la ciudadanía, tanto a los más pequeños como a los mayores, y en este sentido se han impartido talleres específicos. Todo evento cultural que no parta desde la premisa de la siembra está condenado a fracasar, algo que siempre se ha entendido muy bien en Scarpia, y de ahí su afán por instruir y buscar la constante complicidad del espectador, para que abandone su condición y pase a ser sujeto activo del evento. Scarpia convierte a El Carpio en un lugar de encuentro, aprendizaje, disfrute y, sobre todo, conocimiento. Por el Kiosco Scarpia –la de piruletas y paquetes de pipas que he comprado en mi infancia- han pasando diversas y atractivas propuestas creativas dentro del ciclo Convocados, donde los creadores han tenido la oportunidad de exponerse y presentarse en primera persona, a modo de “comerciales” de su propia obra. Y más, conferencias, creaciones in situ, reinterpretaciones, talleres, etc., en un amplísimo programa que ha combatido las penurias presupuestarias con tesón e imaginación.Scarpia, en su undécima edición, ha dedicado su programación a la Magia. La Magia como fábrica de ilusionismo en este tiempo de realidad fea e incierta. La Magia y su siempre sorprendente capacidad de transformación. Scarpia y Miguel Ángel Moreno conocen muy bien la Magia, la han convocado y ejercitado durante once años, once, hasta llegar a convertirse en una cita ineludible, marcada en rojo, en el calendario cultural cordobés. Magia y trabajo y constancia e imaginación, ilusionismo en resumidas cuentas. En estos tiempos, ya no sé cómo catalogarlos, necesitamos que existan muchos Scarpias, que no nos abandonen, que sigan estando ahí, mostrándonos un rayo de esperanza, que sean una luz entre estas tinieblas que pretenden ocuparlo todo. Si dejamos que desaparezca Scarpia, y sólo es un ejemplo, acabaremos embrutecidos, enredados en esta mezquina orgía de recortes y cifras, de vidas desahuciadas y alarmas a todas horas. Porque la Cultura no es sólo ilusionismo, o magia, es mucho más, es alimento, educación, oxígeno, libertad. El Día de Córdoba