El señor Schäuble, Herr Wolfgang es el ministro de finanzas del gobierno alemán y confesor económico de la Loca de Berlín, que el pasado miércoles 15 de Abril publicó un artículo en el New York Times al que se refiere esta nota y que ha provocado que alcanzase mi record de artículos periodísticos adjuntos a una nota, con cuatro.
Herr Schäuble es el principal artífice de lo que siempre he calificado como medidas estúpidas de la U.E. que han provocado que la Unión sea la zona de todo el planeta en que peor, más larga y más dañina ha sido la crisis y en su artículo intenta justificar sus medidas, tiene los bemoles de afirmar que no han fracasado, y sobre todo ataca a sus críticos. En España solo lo ha reproducido el Diari Ara, en catalán, el jueves 16 de Abril, razón por la cual adjunto el texto de ambos periódicos para que lo podáis leer en inglés o en catalán.
El artículo está plagado de contradicciones y datos erróneos, como decir que en Alemania se ha seguido el principio de “estabilización simétrica” del FMI que aconseja reducir los déficits presupuestarios en tiempos de bonanza para poder aumentarlos cuando lleguen los problemas, afirmación que demuestra que el cerebro de Herr Schäuble no gira redondo del todo, en primer lugar porque en Alemania lo hicieron por casualidad, y en cambio él, su jefa, su país y la U.E. nos han obligado a cometer la soberana estupidez de hacer exactamente lo contrario, es decir, reducir los déficits a lo bestia en plena crisis. Otra demostración de la peculiar manera de enfocar la realidad por parte de Herr Schäuble es cuando afirma que la liquidez y los intereses bajos no solucionan los problemas porque cuando el BCE ha inyectado fondos baratos a los bancos europeos (desobedeciendo, por cierto, a Schäuble y la Loca de Berlín) no se ha notado mucho. O sea, cuando después de cinco años haciendo el idiota, a alguien del BCE se le ocurre actuar con sentido común y hacer lo que ha funcionado en todo el mundo, si los efectos no se notan inmediatamente es una demostración de que todo lo que no sea austeridad a lo Merkel no funciona. De chiste.
El artículo fue contestado en el mismo New York Times por otro artículo de Paul Krugman, Nobel de Economía 2008, que adjunto en castellano porque lo publicó El País el 18 de abril. A pesar de que Krugman en el pasado ha alabado con frecuencia los logros de la economía alemana en especial en lo que se refiere a la actuación de los sindicatos y el funcionamiento de las relaciones laborales, en este artículo critica duramente las medidas estúpidas de Schäuble, Merkel y la U.E. y finalmente se refiere al artículo del alemán casi mofándose de una de sus insinuaciones: que no han fracasado las medidas, sino las personas.
Al intentar explicar lo incomprensible de que en Europa se haya implantado una política económica que causa daños en vez de aportar soluciones, Krugman hace un comentario interesante, la ciencia económica básica en que se apoyan las medidas estúpidas parte de Milton Freeman, Nobel de economía 1976, que a pesar que sus teorías han provocado catástrofes económicas en todo el mundo desde Latinoamérica al Japón no solo nunca le retiraron el premio sino que sus ideas están en la base del liberalismo salvaje que nos han impuesto y han servido para que otros teóricos de la Universidad de Harvard hayan desarrollado la escuela de economía que basa cualquier posibilidad de crecimiento económico en la confianza que proporcionan la austeridad, los recortes y la práctica desaparición del Estado en la evolución de la economía, que se puso de moda a finales de los 90 y sigue en el candelero, a pesar que como en el caso de Milton Friedman no hay lugar donde se hayan aplicado sin fracasar ruidosamente, y los que han conseguido superar el desastre lo han hecho aplicando de nuevo políticas Keynesianas. Según Kurgman esta soberana estupidez se ha producido porque en la sociedad actual juzgamos a las cosas como buenas o perjudiciales no en función de sus resultados reales sino de lo nuevas que sean. Keynes era lo antiguo y rechazable y las políticas llamadas de austeridad eran lo nuevo y necesario. La innovación es buena por sí misma, aunque lo que se rechaza por antiguo sea una maravilla y la innovación que la sustituye sea un verdadero montón de mierda, y no puedo estar más de acuerdo, hace tiempo que pienso que por este problema, verdadera estupidez social que nos acerca cada vez más a la Idiocracia, hace años que nos colocan inmensas montañas de verdadera porquería disfrazadas de innovación.
Pero sin desmentir a Krugman, creo que el problema es otro. Schäuble y la Loca de Berlín nos impusieron las medidas estúpidas porque exactamente los mismos métodos habían tenido mucho éxito cuando en los 90 Alemania tuvo que tomar medidas drásticas para solucionar su elevadísimo endeudamiento provocado por la reunificación del país, olvidando que entonces la economía mundial, con altibajos, estaba en expansión, y en base a su éxito nos han obligado a hacer lo mismo en plena crisis. Además, creo que hay dos hechos que demuestran que este es el razonamiento seguido por Schäuble y la Loca de Berlín, primero que a pesar que se ha demostrado por activa y por pasiva que las medidas han fracasado, Schäuble y la Loca de Berlín pretendían mantenerlas contra viento y marea, porque a Alemania le costó diez años recuperarse gracias a las mismas medidas, y por lo tanto todavía nos faltan poco más de cinco años para haber completado con exactitud sus medidas milagrosas, y segundo porque al imponer sus medidas al resto de la U.E., han sido muy duros con la austeridad que afecta a la ciudadanía, pero extraordinariamente laxos en cuanto a dos aspectos sobre los que no han insistido casi nada, pero que condicionan totalmente la situación económica de los dos peores casos del sur de Europa, Grecia y España, ambos tienen una Administración Pública desastrosa que frena continuamente la economía privada en vez de incentivarla, y ambos padecen una corrupción política desmadrada y fuera de control. En el caso alemán en los 90, estos dos aspectos no se tuvieron en cuenta porque sin ser perfecta la eficacia de la Administración Pública alemana es más que aceptable y su nivel de corrupción política es mínimo y totalmente bajo control, y las normas milagrosas se aplican tal cual, sin cambios que puedan perjudicar sus milagrosos resultados. Ya sé que de alguna manera estoy diciendo que Schäuble y la Loca de Berlín son idiotas, pero me he limitado a exponer los hechos.
También os adjunto una crítica aparecida en La Vanguardia sobre un libro de Bernard Maris, economista que escribía en Charlie Hebdo, y fue uno de los asesinados por la barbarie islámica, porque me ha parecido un libro interesante, a pesar de haber sido publicado por primera vez en 1999 ya pega muchos palos a economistas como Schäuble, y por una frase que se reproduce en la crítica: “un economista es aquel siempre capaz de explicar al día siguiente por qué la víspera afirmaba todo lo contrario de lo que ocurrió hoy”.
Aunque no tiene nada que ver con el tema, adjunto un artículo de Jordi Evole recién publicado en El Periódico que hace una acida crítica de los actores del problema del soberanismo catalán, y como buen periodista que es, reparte estopa a quien la merece, sea de un lado o del otro.