Revista Cultura y Ocio

Schnittke: (No) el sueño de una noche de verano

Publicado el 05 marzo 2010 por Titus
Schnittke: (No) el sueño de una noche de verano
Vuelvo a la carga con Alfred Schnittke. En el mismo disco de la Faust Cantata que ya comentamos recientemente podemos encontrar una curiosa obra de 1985 titulada (K)ein Sommernachtstraum, que viene a significar algo así como "(No) el sueño de una noche de verano". A la primera escucha, esta obra me pareció poco más que una broma sin demasiada importancia. Posteriores audiciones me hicieron recapacitar: desde luego que la obra es una broma, pero lo de que no tenía importancia cada vez lo tenía menos claro. Buscando otras opiniones por la red me encuentro con que esta pieza divide a quienes comentan el disco: para algunos es la peor obra de las que aparecen recogidas, para otros es la más atrevida y la que mejor define el propósito de la música de Schnittke. Sigo dudando; puede que quienes opinan que esta pieza define el conjunto de la obra de Schnittke tengan razón, pero de ser así, ¿qué nos dice esta definición? ¿Cuál es el propósito de su obra?
Por suerte, he encontrado un texto muy interesante sobre el tema escrito por Seth Brodsky, especialista en música posterior a 1945 de la Universidad de Yale. Como está en inglés, paso a traducirlo. Podéis encontrar el original AQUÍ.
También escucharemos la pieza en cuestión (dividida en dos vídeos) interpretada por la Orquesta Sinfónica de Malmö bajo la batuta de Leif Segerstam.
Vídeos de Wellesz
(K)ein Sommernachtstraum (No basada en Shakespeare), para orquesta.

“La pieza debería interpretarse en el marco de un concierto shakespeariano, aunque no haya en ella una conexión directa con Shakespeare. Sin embargo no es esa la razón por la que se titula (K)ein Sommernachtstraum (“(No) El sueño de una noche de verano”). Y eso es todo lo que cabe decir sobre mi rondó con aires de Mozart-Schubert”.

Uno tiene que querer a un compositor que habla sobre su música de forma tan enmarañada, llevándose la contraria a si mismo, especialmente si habla de una pieza tan provocativa –hay quien dice odiosa- como (K)ein Sommernachtstraum. Sin embargo Schnittke a menudo compone igual que escribe –como una serie de negaciones que se van cancelando unas a otras. El material se desarrolla a partir del combate y la inversión,de los aterradores agujeros de entre medio del propio material, del mensaje ambiguo que se lee entre líneas.

Este “mensaje ambiguo” en (K)ein Sommernachtstraum está inspirado, como dijo Schnittke más arriba, por Mozart y Schubert –pero no del todo. Schnittke añade: “Me gustaríaaclarar que no robé todas las “antigüedades” de esta pieza. Las falsifiqué.” Este falso clasicismo vienés flota libremente por sus obras de finales de los 70 y los 80. Algunas obras llevan la marca de los falsos Mozart-Schubert como una herida letal, por ejemplo el Concierto para violín nº4 y el Concierto para viola y orquesta; otras obras, como su famoso Trio para cuerdas, se instalan completamente en el complejo Mozart-Schubert como un okupa en un edificio en ruinas.

En el caso de (K)ein Sommernachtstraum, Schnittke había compuesto la estructura principal un año antes, como un Gratulationsrondo (Rondó de felicitación) para violín y piano, con motivo del quincuagésimo cumpleaños de su amigo el violinista Mark Lubotsky. Esta pequeña obra de cámara puede pasar casi perfectamente como un movimiento sonata-rondó de la década de 1870, con unos pegadizos temas primario y secundario, un desarrollo, modulaciones “ideales” y una recapitulación completa.

Sin embargo no todo encaja: bajo la superficie del rondó, Schnittke marca esta obra como una falsificación, con quintas paralelas, líneas de bajos congestionadas, extraños cambios de tonalidades mayores y menores y otros recursos. Y son estas señas de lo falsificado las que fermentan y forman el cóctel Molotov de (K)ein Sommernachtstraum. Con la ayuda de una gran orquesta, Schnittke magnifica las grietas de su máscara clasicista; las pequeñas fisuras se convierten en grandes agujeros, rellenados con disonancias de lo más estridente e inapropiado y con agobiantes aglomeraciones de temas y motivos. Las sólidas melodías del siglo XVIII viran hacia obscenas y maliciosas marchas circenses; los solos provienen de solistas nunca vistos; las modulaciones ocurren en cinco tonalidades simultáneamente. El conjunto apesta a carnaval y al intento del carnaval de poner el mundo literalmente patas arriba.

Pero los carnavales son también muy divertidos, y Schnittke consigue caminar sobre la línea que separa el horror y el humor. La atmósfera le trae a uno recuerdos de El aprendiz de brujo –no la obra del compositor Paul Dukas, sino la animación que Disney realizó sobre ella para su película Fantasía, en la que una escoba cobra vida, se multiplica sin control y pasa de ser una simpática criatura a una monstruosa amenaza creciente.

Inevitablemente, todo desemboca en un desastre –debes pagar por la diversión- y (K)ein Sommernachtstraum alcanza su clímax con un desagradable manchurrón de acordes en clúster y cascabeles, tras la cual la melodía inicial vuelve, trayendo consigo un profundo trauma. El efecto de esta pieza (su “qué”) está tan claro como una señal de stop, y ciertamente explica hasta cierto punto la popularidad de Schnittke. Pero entender el “por qué” de una pieza como esta no es tan simple; Schnittke ha confesado repetidas veces que le gusta la música que parodia, especialmente ese sonido “Mozart-Schubert”. Quizás su protesta no vaya dirigida contra la música en sí misma, sino contra el mundo que la utiliza, un mundo mucho más dañino que los propios pastiches atrevidos de Schnittke.


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