Revista Diario

¿Se acabó el "chollo"?

Por Una Mamá (contra) Corriente @Mama_c_corrient
Mi hijo es intenso para todo, nada conformista, súper exigente, con las ideas claras. No es que lo diga yo, es que se nota allá donde vamos, a todo el mundo le llama la atención lo movido y despierto que es. Tiene su lado bueno, por supuesto, pero a mi me deja destrozada día tras días tras, pongamos, 14 horas ininterrumpidas de atención en solitario, es inevitable. Además, y como era de esperar, cada semana que crece va elevando su  nivel de intensidad, de conciencia de este mundo, por lo que cada vez me está costando más hacer cualquier tarea, incluída, por supuesto, la de sentarme delante del ordenador.
Todo esto se lleva bien y con fortaleza física porque durante muchos meses ha caído roto a las 20.30h  hasta las 07.15h del día siguiente. Sí, madrugamos todos los días del año, pero que el niño duerma sus 11 horitas diarias del tirón era un chollo.
Periódicamente este horario de sueño se ve trastocado. Ya nos pasó, por ejemplo, cuando empezó el calor en verano coincidiendo también con una erupción fuerte de sus dientes. A los pocos días todo volvió a su cauce, para alivio nuestro, claro.
Pero ahora estamos otra vez con nuestro chollo en crisis. Desde el martes tiene un nuevo achuchón de los dientes: se queja, se muerde la mano, se masajea la encía con los dedos, saliva sin parar, tiene mocos (ahora ya sé que se asocian con sus problemas de encías), no tiene apetito y el culo lo lleva rojo como un tomate. No sé si esta es la única causa, pero desde luego coincide que desde el martes no hay quien lo acueste. Desde esa noche, en vez de las 20.30h nos dan las 23.00h fácilmente. Y hemos pasado de dejarle en la cuna frito porque se dormía cenando en la trona a tener una sesión de dos horas de lloros y gritos varios por no querer acostarse. Hemos cambiado las noches del tirón a uno o varios despertares de madrugada con un llanto súper desconsolado e imposible de calmar.
Ocurre otra cosa digna de mencionar. Él sigue estando que se cae a partir de las 19.30h pero la impresión que da es que no quiere dormirse solo. No supone mayor problema que quiera dormir acompañado (al menos al principio de la noche) pero es que sí yo me tengo que meter con él en mi cama a las 20.30h para dormirle, no sé si voy a ser capaz de levantarme luego y seguir con mis tareas con el bajón que me puede llegar a dar. Sobre todo después de la habitual sesión de patadas, cabezazos, manotazos y dedos en el ojo que preceden el dormirse en compañía. Que si todo se redujera a dormirnos abrazaditos sería la tarea más deliciosa del mundo.
Así estamos, sin tiempo para nada (porque ese rato desde las 20.30h hasta que me acostaba lo aprovechaba para hacer un millón de cosas y sentarme en el ordenador) y más cansados de lo habitual. Rezando para que esta sea, simplemente, una nueva mala racha. Porque soy consciente de que tarde o temprano se acabará el chollo, que la mayoría de los niños suelen acostarse más tarde y poniendo más problemas, pero ¡no quiero que llegue ese día!.

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