La advertencia de que “se acabó la broma” del independentismo lanzada hace unos días por el candidato a presidir la Generalidad por el PP, Xavier García Albiol, deberían haberla anticipado todos los primeros ministros desde el lejano Adolfo Suárez hasta el actual, Mariano Rajoy.
Ningún presidente lo hizo: pese al obsesivo y creciente agitprop nacionalcatalanista parecía imposible que preparara un golpe de Estado, precisamente, un representante del Estado, Artur Mas, para ocultar la corrupción institucionalizada de su partido, CDC.
Quiere aprovechar una elección autonómica que se celebra cada cuatro años para cambiar la historia, la economía, los lazos entre españoles y la soberanía –vínculos que evitan el expansionismo y las guerras fronterizas-- independizando su Comunidad, parte del país desde la unificación de Castilla y Aragón al casarse los Reyes Católicos en 1469.
En unas elecciones que se celebran cada cuatro años Más extingue esos cinco siglos y medio en los que podrían haberse celebrado 136 sufragios cuatrienales como las del próximo día 27 en Cataluña si hubiera existido desde entonces la renovación democrática.
La democracia, aquí y ahora, se basa en la derrota o reelección de quien ostenta el poder, siempre en unas elecciones periódicas.... PINCHE ABAJO PARA LEER LA CRÓNICA COMPLETA Y VER A SALAS...