
Desgraciadamente, parte de la nueva generación de periodistas ha abandonado esa práctica de dejar los sentimientos personales fuera del trabajo. No digo que todos lo hayan hecho porque, afortunadamente, todavía los hay con dos dedos de frente. En cuanto a los primeros, personalmente puedo llegar a comprar, con bastantes peros, que la prensa deportiva ha podido cambiar con el tiempo, que haya quien piense que no vale la pena, e incluso lo tache de hipócrita o de cualquier otra manera, que uno oculte a qué equipo sigue, pero de ahí a tener que llegar a determinados extremos para arañar algo de audiencia va un trecho. Personalmente todavía recuerdo cómo, años ha, era hasta posible crear una tertulia sosegada en torno al deporte rey, el nuevo opio del pueblo, la versión moderna del circo romano con el que hace casi dos mil años los distintos emperadores romanos entretenían al pueblo para que así pensaran en otra cosa y se olvidaran de las penurias de su vida diaria. Actualmente, en lugar de ver a leones y demás fieras comerse a un puñado de cristianos en la arena, nos sentamos tardes enteras delante de la televisión (aquellos que puedan pagarla) o bien pegados a la radio mientras piensa cuándo saltará el "Goool en Las Gaunas".

Claramente, este es el mejor ejemplo de hasta qué nivel ha caído cierta parte del periodismo deportivo. Alguien capaz de presentarse en su programa, poco antes de una final de Champions entre FC Barcelona y Manchester United, con una camiseta del equipo inglés es una de las mejores pruebas. Sobra decir que todo esto, no hace tanto tiempo, era sencillamente impensable, sencillamente porque, durante mucho tiempo, la información deportiva la daban auténticos profesionales, palabra que hoy parece olvidada por demasiadas de estas personas. Y es aquí donde está el problema, y es que el pastel del que come la prensa sigue teniendo el mismo tamaño que hace treinta y cuarenta años, pero tocan más a repartir, y para conseguir destacar entre todo ese maremagnum han de rebajarse hasta el nivel de la cloaca si es necesario. y así nos va...