Vaya, qué raro se me hace decir esto, pero creo que nuestra lactancia se está acercando a su fin. En poco menos de un mes Sara ha pasado de mamar en bastantes ocasiones a espaciar las tomas hasta casi ninguna.
Y todo esto ha sido a raíz de empezar el colegio de mayores. Madre mía, si es que el colegio les hace mayores para todo, aunque no queramos.
Hasta que empezó el colegio todo iba como siempre. Nos despertábamos tranquilamente, mamaba en la cama sin prisa y pasábamos el día. Siempre tomaba teta para dormir la siesta y al despertarse y también tomaba por la noche para dormirse. Esas cuatro tomas eran sagradas y no nos las saltábamos nunca (bueno, algún día que no se haya echado siesta…) Además, pedía teta cuando estaba cansada, tenía hambre o sed, se aburría o se había hecho daño.
Y de pronto llegó Septiembre y el inicio del colegio, con sus nuevas prisas. Tengo que reconocer que el curso pasado, en la guardería, aunque entraba a las 9 siempre la llevaba más tarde, en la franja de 9 a 10, porque nos lo permitían, así que teníamos tiempo de despertarnos tranquilamente. Pero el colegio es otro tema, hay que estar a las 9 allí sí o sí, no podemos llegar a la hora que nos dé la gana. Esto ha supuesto hacer las cosas con prisas por las mañanas. Ahora me levanto, preparo los desayunos y voy a despertar a los niños (bueno, Lucas suele estar levantado), lo que ha implicado saltarnos la toma de la mañana. El primer día que la desperté para ir al cole estaba tan emocionada que no se acordó de la teta. Y desde entonces, hemos cambiado esa rutina y ya ninguna mañana me pide. Tampoco me pide cuando la recojo del cole, porque venimos jugando y hablando de cosas. Y así, vamos dejando tomas atrás. Tanto, que un día me di cuenta que no había mamado en todo el día. No fui consciente de ello hasta el día siguiente, cuando caí en la cuenta que en más de 24 horas no me había pedido teta. ¡Y me llevé un disgusto!
Sé que es normal, que todos los niños se destetan tarde o temprano y sé que a la mía no le debe quedar mucho ya. Tiene 3 años y medio y se va haciendo “mayor”. Incluso hace unas noches que ya no mama para dormir. Una noche me dijo que era grande y que no iba a tomar teta para dormirse, sólo un poco antes de dormir. Mamó unos segundos y se acabó. Ahora me descubro muchas noches ofreciéndole el pecho aunque ella no me lo haya pedido. Le digo: “¿quieres un poquito de teta después de cenar? Que sabes que ya no tomas para dormir…” Y la mayoría de las veces me dice que no.
La siesta la sigue haciendo con la teta y al despertar lo mismo, pero hay dos días a la semana que no duerme siesta porque no nos da tiempo, y esos días, si no se acuerda de pedirme por la tarde, se los pasa sin mamar.
Siempre que se hace daño sigue pidiendo. Y eso me gusta. Me encanta que la teta siga siendo su consuelo. Pero me pregunto hasta cuándo durará, viendo el rumbo que están tomando las cosas.
Pensar en el final de nuestra lactancia me provoca sentimientos encontrados. Por un lado, hay momentos en los que hasta me alegro. Sobre todo por las noches, cuando mamaba hasta quedarse dormida. Esas tomas ya me molestaban. Pero por otro lado me da mucha pena, pensar que es una etapa que se termina, otro detalle más que me demuestra que mi niña crece y se hace mayor y no se va a quedar pequeña por más que se lo pida.