En esta entrada voy a hablar de algo que he venido observado los últimos años y que, según voy alejándome de la edad en la que se supone que todo el mundo estudia, se va acrecentando, y es sobre cuánto dedica cada uno al mes a pagar su casa. Y, ¿qué quiero decir con “casa“? Pues, a saber: tu estudio, tu apartamento, tu habitación de alquiler o la casa de tus padres o de alguien que te deje vivir en ella.
Yo soy de un pueblo (al que, por suerte, no le llegó también universidad en la época en la que las facultades comenzaron a reproducirse por esporas) y desde que salí para estudiar en la universidad siempre ha habido un dinero que mensualmente se ha dedicado a mi alojamiento. Antes, por mis padres y ahora, felizmente, lo pago yo misma. He observado y también he comentado con amigos varias veces cómo de diferentes somos las personas también en este tema. Mientras que unos consideran normal gastar más del 50% de sus ingresos en su casa, otros entienden que no se ha de superar un 30-35%. Claro es que en ocasiones el sueldo es tan bajo que no queda más remedio que prácticamente dedicarlo íntegramente a este fin.
¿Quién no ha soñado alguna vez con fregar cómodamente los platos desde la cama?
Pienso que un ejercicio interesante -si procede- es pensar en dónde hemos vivido desde que nos emancipamos y observar la tendencia que llevamos. Creo que la mayoría queremos que esta tendencia sea positiva, esto es, que cada vez vivamos en espacios que nos gusten más y con los que nos sintamos más identificados y así hasta conseguir tener nuestra propia casa o piso o lo que sea- el mítico: “hay una edad para cada cosa“-. En mi caso, que estoy en un impasse de la fase alquiler-de-habitación-en-piso-compartido, pienso que no podré dar el paso a “vivir sola” hasta que no tenga cierta estabilidad económica porque, amigos, todos sabemos que si la tendencia de la que antes hablábamos es positiva, todo irá bien pero volver a compartir piso después de no haberlo compartido durante un tiempo debe ser bastante duro (para nosotros y para nuestros compañeros).
Dudando entre la serie de muebles FÖRHÖJA y la STENSTORP
En realidad,siempre he sido mucho de que me guste vivir con gente y pasármelo bien con ello, pero he de reconocer que cuántos más años tienes, la población “normal” que sigue viviendo en piso compartido se va reduciendo y, por tanto, la probabilidad de vivir con raros aumenta drásticamente.
Dentro de nada empezaré a estar jugando al límite
Finalmente, no voy a engañarme: NO puedo irme a vivir sola de manera sostenible con mi beca – salvo que desempeñara mi doctorado en Villaquejida (León) -. Pero si estáis en mi caso, y para que no digáis que derrocho negatividad por los cuatro costados con este tema, os dejo aquí la opción de una compañera becaria de mi centro en mi misma situación…
…vino de Castellón a Madrid para hacer el doctorado, se alquiló un piso sola en buena zona con vistas a “echarse” novio en los primeros 3 meses y que se fuera a vivir con ella para compartir gastos… Vamos por año y medio y a día de hoy, vive con su gato. ¡Seguiremos informando!