Hace un tiempo escribí un post en tono humorístico sobre algunas prácticas de GTD que hacen que tu entorno te mire raro.
Recibí mucho feedback de personas efectivas y usuarias de la metodología empatizando conmigo, ya que, por divertido que pareciera el post, es una verdad como un templo que a muchas personas ciertos comportamientos efectivos les parecen cosas raras o incluso frikadas.
Esto en el mejor de los casos. Porque algunas veces se categorizan directamente de mala educación. Si no, que se lo pregunten a las y los valientes que alguna vez se han atrevido a decir NO. El «ahora no puedo atenderte que estoy terminando una cosa, pero lo vemos luego» te clasifica inmediatamente como un ser despreciable.
En la intimidad siempre explico que, cuando empecé mi andadura de cambio de hábitos con la voluntad de ser una persona más efectiva, tardaron poco en llamarme de RRHH para preguntarme que qué me pasaba, que la gente decía que estaba raro. Y lo peor, que generaba estrés a mi entorno.
Es decir, que si, por ejemplo, manejaba una interrupción educadamente, hacía un seguimiento sistemático de las cosas que tenía delegadas o empezaba puntual las reuniones, generaba estrés a las personas de mi alrededor ¡¿WTF?!
Me pregunté si lo que tenía que haber hecho era advertir a tod@s que, como si tuviera una enfermedad o algún problema, observarían en mí comportamientos extraños. Que no se asustaran y que tuvieran paciencia con mi locura.
La verdad es que no sé. Quizá sí que hubiera tenido que enviar un correo electrónico informando que iba a cambiar comportamientos para ser una persona efectiva. Lo que pasa es que hubiera sido un correo, en mi opinión, de lo más estúpido.
Querido compañero/compañera, apreciada jefa:
Tengo a bien informarte que a partir de ahora empezaré las reuniones a su hora.
Que cada semana revisaré y recordaré —de forma adecuada y asertivamente— a las personas que me deban algo que, por favor, me informen de cómo lo tienen.
Que en la medida de lo posible, prestaré atención a lo que esté haciendo en cada momento, por lo que en muchas ocasiones no podré atender a vuestras peticiones de manera inmediata, pero os garantizo que más pronto que tarde os dedicaré toda mi plena atención.
Muchas gracias por vuestra comprensión. Un saludo,
Jordi
Esto son solo ejemplos de cosas de sentido común. Lo raro debería ser lo contrario. Pero no hace falta que te diga que el sentido común en nuestra época escasea.
Entiendo que ir de «Quijote» por la vida no genera simpatías. Sin embargo, nuestras vidas y nuestras organizaciones necesitan de personas efectivas, valientes y convencidas. Que remen en contra de la corriente.
El cambio no va a llegar desde arriba, ni desde el BOE. El cambio va a llegar cuando cada un@ de nostro@s nos comprometamos a recuperar el sentido común.
Citando al «Capità Ensiam», o «Capitán Lechuga», personaje de TV de mi infancia: «Los pequeños cambios son poderosos».
Porque la historia tiene un final feliz. Al final sale el sol para las personas efectivas.
Después del susto inicial, y por poner únicamente un ejemplo, todas las personas agradecen el cambio de empezar las reuniones a la hora y, también, terminarlas a la hora. Por no decir tener menos reuniones, que también es posible.
Y, en definitiva, que les hagas el mejor regalo que les puedas hacer: dedicarles el 100 % de tu atención cuando necesitan algo. Que cierres la puerta, dejes de estar pendiente del Teams y otros inventos infernales y hagas bien —y a tiempo— algo que te han pedido.
¿Te apuntas?
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