Desde el año 2019, y gracias a la ONU, el Día Internacional de la Educación celebra el papel que la educación desempeña en la paz y el desarrollo. El quinto Día Internacional de la Educación se celebrará el 24 de enero de 2023 bajo el lema Invertir en las personas, priorizar la educación. Este año marca el punto medio desde que la ONU adoptó la Agenda 2030 para las personas, el planeta y prosperidad, con un conjunto de 17 objetivos entrelazados sobre el tema de invertir en las personas.
Asimismo, Audrey Azoulay, Directora General de la UNESCO, ha decidido dedicar el Día Internacional de la Educación 2023 (24 de enero) a las niñas y mujeres afganas. En este sentido, la directora general a comentado con relación a este tema: "Ningún país del mundo debe impedir que las mujeres y las niñas reciban educación. La educación es un derecho humano universal que debe respetarse. La comunidad internacional tiene la responsabilidad de velar por que se restablezcan sin demora los derechos de las niñas y mujeres afganas" dónde el 80% (2,5 millones) de las niñas y jóvenes afganas en edad escolar están sin escolarizar, debido a la decisión de las autoridades de facto de negarles el acceso a la enseñanza secundaria y universitaria.
Los datos de la educación en el mundo
Celebrar el Día Internacional de la Educación puede sonar a 'poca' o 'gran' cosa, según el lente con el que se enfoque. Lo importante, en definitiva, es que el día conmemorativo existe y nos habilita a frenar la pelota: ¿cómo se garantiza una educación para romper con las barreras de la desigualdad?.
Sin una educación de calidad, inclusiva y equitativa para todos y de oportunidades de aprendizaje a lo largo de toda la vida, los países no lograrán alcanzar la igualdad de género ni romper el ciclo de pobreza que deja rezagados a millones de niños, jóvenes y adultos.
Aprovechando el impulso mundial generado por la Cumbre de las Naciones Unidas sobre la Transformación de la Educación de septiembre de 2022, el Día de este año pedirá que se mantenga una fuerte movilización política en torno a la educación y trazará el camino para traducir los compromisos y las iniciativas mundiales en acciones. Hay que dar prioridad a la educación para acelerar el progreso hacia todos los Objetivos de Desarrollo Sostenible en un contexto de recesión mundial, desigualdades crecientes y crisis climática.
En la actualidad, 244 millones de niños y jóvenes están sin escolarizar y 771 millones de adultos son analfabetos. Su derecho a la educación está siendo violado y es inaceptable. Asimismo, la sociedad se enfrenta una crisis en aprendizajes básicos como lectoescritura y matemáticas, pues se estima que 60 por ciento de los niños de 10 años, en todo el mundo, son incapaces de leer y comprender un texto sencillo.
La situación en España
Posiblemente desde España, un país desarrollado, cueste entender estas cifras dónde la enseñanza básica (no hablamos de la calidad) es gratuita o esta subvencionada desde los seis hasta los 16 años. Sin embargo, las estadísticas más recientes de la Unesco sobre los desafíos educativos en el mundo revelan que los más pobres enfrentan mayores gastos para acceder a la educación. Se estima que 39 por ciento del presupuesto total de educación lo asumen los hogares de países de ingresos bajos y medios bajos, y 12 por ciento de las familias tienen que pedir prestado para pagar la educación de sus hijos.
España tiene una de las más altas tasas de escolarización entre los menores de 3 años. En 2020, la tasa de escolarización en el primer ciclo de educación infantil era del 41,1 %, superior a la media de la OCDE (26,8 %) y de la UE22 (22,0 %). Pero está situación es consecuencia, según un estudio, de los cambios registrados en la estructura educativa de la población durante las últimas seis décadas. En 1960, el 15% de la población adulta española no sabía leer ni escribir, el 94% no había ido más allá de la escuela primaria y menos de un 3% tenía algún tipo de formación superior.
En este Día Internacional de la Educación y en el contexto de un movimiento mundial para su transformación, se afirma que solo la educación permanente que comienza en los primeros años de vida y continúa a lo largo de la vida puede romper el ciclo de la pobreza, mejorar los resultados de salud, preparar a las personas para trabajos decentes con oportunidades para volver a capacitarse y mejorar, y mitigar la crisis climática.
Una educación de calidad, equitativa e inclusiva que entienda, respete y abrigue la diversidad en sus variadas expresiones, es decir: Sin dejar a nadie atrás.