Hoy he de reconocer que mis divagaciones van más como una crítica al conjunto de la sociedad que como una crítica dirigida a personas en concreto.
El refranero español, al que tanto recurro y creo que suele ser muy sabio, recoge este dicho: ‘Se coge antes a un mentiroso que a un cojo’. Y mi pregunta siguiente es, ¿y qué?
A nadie nos gusta que se nos mienta, para que nos vamos a engañar, sin embargo, como ya discutimos en un post anterior, estamos haciendo ‘la vista gorda’ con lo que podemos denominar las ‘mentiras sociales’, a lo que añado que también hacemos la vista gorda con las mentiras institucionales.
No se si es dejadez por nuestra parte ya que vemos que estamos rodeados de ‘zotes’ en los puestos de poder y desistimos de discutir sobre las mentiras que nos cuenta, o bien que nos hemos institucionalizado en la mentira y la consideramos como un mal menor.
Ciertamente me surgen dudas que yo creo que son preocupantes que afrontemos comos sociedad en su conjunto más que como individuos.
Por ejemplo, nos perjuran que la crisis va remitiendo, o bien sabemos que es mentira y lo consentimos porque sabiendo de quien viene ya no nos extraña, o bien nos instalamos en la apatía (institucionalizamos) con lo cual da igual lo que se nos diga que hemos construido una armadura que hace que nada nos afecte.
En ambos casos surgen voces discordantes que luchan contra las mentiras, pero como sociedad me estoy dando cuenta que nos da igual, que no reaccionamos.
Y lo que si no me genera dudas es el hecho de que la apatía social y desidia de nuestras funciones como miembros de la sociedad solo nos conduce a su desaparición.
Y no creo que todo esto sea porque nos gusta que se nos mienta o tengamos bienvistos la cualidad de ser un mentiroso. Sencillamente tenemos una dejadez tal en nuestras funciones sociales que da miedo pensar en ello.
Cierto es que el entorno no ayuda nada, ya que aunque reaccionemos como grupo, estamos viendo que hay grupos de poder, con demasiado poder, que ya mienten de forma generalizada sin ocultarlo y sin el más mínimo decoro, a sabiendas de que nada se puede hacer en su contra.
Pero he de recordar que siempre algo se puede hacer, sólo es encontrar el ‘qué’ y el ‘cuándo’ perfecto para que las medidas tomadas surtan efecto.
Con esto solo quiero reivindicar el hecho de que estamos aún a tiempo de reaccionar como sociedad y acabar con nuestra apatía y con la institucionalización de la mentira. ¿Cuánto tiempo nos queda? No lo se, pero yo diría que no mucho, por lo cual animo a la reacción social si queremos perdurar como sociedad.