El 25 de octubre de 1997, Diego Armando Maradona, jugaba su último partido como futbolista profesional. El adiós de un mito argentino, elevado a los altares futbolísticos, idolatrado, querido y respetado.No pudo elegir mejor escenario. El Monumental, River Plate-Boca Juniors. Derrota, 2-1. Nunca es lo de menos, que el Xeneize se imponga a su eterno rival, pero Diego eclipsó el resultado.
“Me voy, no aguanto más. Este retiro es definitivo. Me lo pidió mi viejo llorando. No puede ser que mi familia sufra tanto con cada control, que la ola de rumores nos envuelva”, decía ‘El Pelusa’ en declaraciones recogidas por los periódicos de todo el mundo. Los controles antidoping le perseguían.
Maradona pudo despedirse del fútbol argentino. Fue sustituido en el tiempo de descuento por un jovencísimo Juan Román Riquelme. Oscar Córdoba; Nelson Vivas, Jorge Bermúdez, Néstor Fabbri y Rodolfo Arruabarrena; Julio César Toresani, Diego Cagna, Nolberto Solano; Diego Maradona; Diego Latorre y Martín Palermo, fue el último once inicial en el que apareció escrito su nombre. Germán Burgos, el último portero al que no pudo batir.
Desde entonces, Maradona se ha convertido en la sombra del propio Maradona. Su paso por los banquillos ha estado más cerca del infierno que del éxito que le acompañó en su época como jugador. Primero con la selección argentina, donde fracaso con estrépito, y posteriormente en Qatar, donde sólo ha conseguido seguir llenando sus bolsillos.
Ahora se debate entre el fútbol chino y el embarazo no deseado de su novia. Una vida más cercana a la polémica y a la farándula que a la historia del fútbol. Sin embargo, sigue siendo idolatrado. A un argentino le puedes tocar cualquier cosa, pero no a Maradona. Su camiseta se sigue vendiendo como si de una estrella en activo se tratara. La albiceleste con el diez a la espalda sólo puede tener un nombre, por los tiempos de los tiempos.
15 años sin Maradona son muchos años.