Tal día como hoy hace veinte años el Tour de Francia escribía una de sus páginas más trágicas. El 18 de julio de 1995 Fabio Casartelli, del equipo Motorola, sufría una tremenda caída en el descenso del Col´d Aspet y perdía la vida casi en el acto. Las lesiones que se produjo al chocar contra el asfalto por desgracia resultaron fatales: traumatismo craneal y una fuerte hemorragia que no hubo forma de controlar. Fallecía irremediablemente de camino al hospital con tal sólo veinticinco años de edad, casado y padre de un hijo pequeño.
Un dubitativo Jean Marie Leblanc, director de carrera, hacía pública la triste noticia apenas un par de horas después de los hechos y con la etapa del día aún en marcha. Aunque algunos corredores fueron informados durante la etapa, intentó mantenerse en secreto hasta el final de la misma. Al día siguiente, el pelotón rodó unido y en silencio y los compañeros de Casartelli cruzaron todos juntos la meta en primer lugar rindiéndole homenaje. Más tarde donarían también todos los premios recibidos a su viuda.
Desde luego fue un shock enorme para todo el mundo, sobre todo para un joven Lance Armstrong, que formaba equipo con el italiano en aquel Tour y de quien era gran amigo y compañero de entrenamientos. De hecho, el norteamericano ganó en Limoges en ese mismo Tour y dedicó su victoria, brazos en alto señalando al cielo, al fallecido Casartelli.
Aunque cuesta creerlo, por entonces prácticamente nadie en el pelotón usaba casco, y por desgracia, Casartelli no lo llevaba puesto y tal vez, y sólo tal vez, ese gran detalle podía haberle salvado la vida. Y aun con todo pasarían varios años hasta conseguir que su uso fuese obligatorio en todas las carreras. Y fue por las malas pues Andrei Kivilev, ciclista kazajo, conocido en España por complicarle el podio del Tour del Francia de 2001 a Joseba Beloki, también se dejó la vida en la París-Niza de 2003 víctima de una fractura de cráneo. Aunque todos recordamos con nostalgia vintage las estampas de sufrimiento de los ciclistas con el pelo empapado en sudor o con la gorra corta típica de las carreras, el casco ganó la batalla lógica de la seguridad y más de uno debe agradecérselo.
De Fabio nos quedará siempre la imagen de aquella enorme victoria en los Juegos Olímpicos de Barcelona 92 imponiéndose al sprint a Hendrick Dekker. Tenía entonces veintiún años y toda una vida por delante.
Aviso, las imágenes de la caída pueden herir la sensibilidad del lector.
DAVID ABELLÁN FERNÁNDEZ