Revista Salud y Bienestar
Cada vez más mosquitos se aventuran a avanzar por las altas mesetas de África del Este. Y con ellos va la amenaza de la malaria, una posible consecuencia del calentamiento global.
"Hemos visto en los últimos tiempos oleadas epidémicas en esta zona", ha asegurado Amos Odiit, jefe del área de Pediatría del Hospital de Mulago (Kampala, Uganda) hasta el mes pasado.
El responsable del programa ugandés de la lucha contra el paludismo, Seraphine Adibaku, confirma la aparición en 2007 de epidemias en la región de Kabale (a 2.000 metros de altitud). "Es por el cambio climático. Kabale ya no es tan frío como antes", comenta.
A 200 kilómetros al norte de Kabale, en la localidad de Bundibugyo, Yasamu Maate, un campesino octogenario señala "antes nunca habíamos visto mosquitos y no teníamos malaria. Pero ahora están aquí".
El continente africano ha ganado 0,7 grados de temperatura media en un siglo. Según los especialistas, este calentamiento sólo puede favorecer la difusión de la malaria, una enfermedad que transmiten ciertos tipos de mosquitos incapaces de sobrevivir a temperaturas inferiores a los 15 grados.
"Existe una relación directa entre malaria y clima", sostiene Andrew Githeko, a la cabeza de una nueva unidad de investigación sobre "el clima y la salud humana" creado en el Instituto de Investigación Médica de Kenia.
"A medida que el clima se modifica, cada vez más regiones serán susceptibles de la transmisión del parásito", ha añadido.
Este investigador, miembro del Grupo Internacional de Expertos en Clima, ha llevado a cabo varias investigaciones en el Hospital de Tumutumu (Nyeri, centro de Kenia) que asocian la subida de las temperaturas con un aumento de los casos de malaria.
Este especialista ha contribuido a diseñar una herramienta de previsión de las epidemias en función de la pluviometría y los intervalos de temperaturas, que comenzará a utilizarse a partir de 2011 en Kenia.
Esta teoría climática, no obstante, ha sido rechazada por otros especialistas, que consideran que la evolución de la malaria depende más bien de los esfuerzos de salud pública y la inversión económica.
Simon Hay, de la Universidad británica de Oxford, acaba de elaborar un 'Atlas del paludismo' que demuestra que "no ha habido expansión de la malaria en los últimos cien años", sino que se ha producido "una retirada sistemática [del parásito] en las templadas en los trópicos".
"Hemos visto en los últimos tiempos oleadas epidémicas en esta zona", ha asegurado Amos Odiit, jefe del área de Pediatría del Hospital de Mulago (Kampala, Uganda) hasta el mes pasado.
El responsable del programa ugandés de la lucha contra el paludismo, Seraphine Adibaku, confirma la aparición en 2007 de epidemias en la región de Kabale (a 2.000 metros de altitud). "Es por el cambio climático. Kabale ya no es tan frío como antes", comenta.
A 200 kilómetros al norte de Kabale, en la localidad de Bundibugyo, Yasamu Maate, un campesino octogenario señala "antes nunca habíamos visto mosquitos y no teníamos malaria. Pero ahora están aquí".
El continente africano ha ganado 0,7 grados de temperatura media en un siglo. Según los especialistas, este calentamiento sólo puede favorecer la difusión de la malaria, una enfermedad que transmiten ciertos tipos de mosquitos incapaces de sobrevivir a temperaturas inferiores a los 15 grados.
"Existe una relación directa entre malaria y clima", sostiene Andrew Githeko, a la cabeza de una nueva unidad de investigación sobre "el clima y la salud humana" creado en el Instituto de Investigación Médica de Kenia.
"A medida que el clima se modifica, cada vez más regiones serán susceptibles de la transmisión del parásito", ha añadido.
Este investigador, miembro del Grupo Internacional de Expertos en Clima, ha llevado a cabo varias investigaciones en el Hospital de Tumutumu (Nyeri, centro de Kenia) que asocian la subida de las temperaturas con un aumento de los casos de malaria.
Este especialista ha contribuido a diseñar una herramienta de previsión de las epidemias en función de la pluviometría y los intervalos de temperaturas, que comenzará a utilizarse a partir de 2011 en Kenia.
Esta teoría climática, no obstante, ha sido rechazada por otros especialistas, que consideran que la evolución de la malaria depende más bien de los esfuerzos de salud pública y la inversión económica.
Simon Hay, de la Universidad británica de Oxford, acaba de elaborar un 'Atlas del paludismo' que demuestra que "no ha habido expansión de la malaria en los últimos cien años", sino que se ha producido "una retirada sistemática [del parásito] en las templadas en los trópicos".
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