La adicción a la cirugía estética es un fenómeno creciente que se caracteriza por la búsqueda compulsiva y obsesiva de la perfección a través de procedimientos quirúrgicos y tratamientos estéticos. Las personas que sufren esta adicción a menudo se someten a múltiples cirugías y tratamientos, incluso cuando se desaconsejan por motivos de salud desde el punto de vista médico. Esta obsesión puede tener consecuencias graves tanto para la salud física como para la salud mental. Es muy común encontrar gabinetes de psicología y psiquiatría adjuntos a clínicas estéticas, que realizan valoraciones personalizadas para ayudar en la toma de decisión de sus pacientes antes de someterse a cualquier intervención, aunque en la práctica no siempre es así y en algunos casos terminan convirtiéndose en un instrumento más de captación y motivación hacia la cirugía.
El fundador y director de Fromm Bienestar, Antonio Molina, detalla algunos casos con los que convive a menudo su equipo terapéutico, especializado en el tratamiento de adicciones y drogodependencias, profesionales de la psicología, medicina, psiquiatría y educación social que trabajan de manera coordinada para ayudar a cientos de personas a recuperar el control de su vida después de sufrir los efectos devastadores de una adicción.
"A nuestro centro terapéutico, que dispone de unidad sanitaria con especialistas en adicciones, acuden multitud de personas que desearían haber recibido una orientación psicológica que cuestionara su intención de someterse a una intervención estética. En muchos casos las inyecciones de ácido y el bisturí terminan lapidando la autoestima de quienes ponen todas las expectativas de bienestar y felicidad en ello, cuando lo que hace falta es un tratamiento psicoterapéutico previo".
Diversos factores pueden contribuir al desarrollo de la adicción a la cirugía estética. Uno de ellos es la presión social y cultural que impulsa la búsqueda de la belleza a cualquier costo. Las imágenes retocadas y las normas inalcanzables de belleza promovidas por los medios de comunicación y las redes sociales pueden influir en la percepción de uno mismo y llevar a la creencia de que la cirugía estética es la única forma de alcanzar la aceptación y la felicidad. Cada vez son más comunes los anuncios en prensa, radio y televisión relacionados con el sector de la estética, incluso en los intermedios de publicidad de los programas con mayor audiencia. Se dirigen principalmente a un público concreto, mujeres jóvenes que deseen parecerse a quienes lo anuncian.
Lorena Ruiz, psicóloga especialista en adicciones y directora terapéutica de Fromm Bienestar advierte sobre la responsabilidad de los medios de comunicación de masas a la hora de normalizar el uso y abuso de este tipo de intervenciones, poniendo de manifiesto que no se debería pasar por alto las enormes consecuencias que tienen los retoques estéticos también en el plano emocional.
"En la actualidad existe una exposición continua a este tipo de prácticas que normaliza cualquier tipo de retoque estético pasando por alto posibles consecuencias. Lo último es asistir a través de la televisión a cómo una presentadora se inyecta ácido hialurónico en directo entre risas y chistes sobre su imagen entre los contertulios".
Los trastornos de la imagen corporal también desempeñan un papel importante en esta adicción. Las personas que padecen trastornos como la dismorfia corporal tienen una percepción distorsionada de su apariencia y pueden recurrir a la cirugía estética en un intento desesperado por corregir lo que perciben como defectos. Además, problemas de autoestima, ansiedad y depresión pueden contribuir a la búsqueda constante de la perfección a través de procedimientos estéticos. Así pues, al mismo tiempo que se acaba normalizando este tipo de técnicas comienzan a salir a la luz casos de personajes públicos que han tenido experiencias negativas después de haberse sometido a una cirugía que prometía cambiar su vida pero que, sin embargo, se ha convertido en un problema más.
La adicción a la cirugía estética no solo tiene implicaciones físicas, sino también emocionales. Las personas adictas a estos procedimientos pueden experimentar altos niveles de ansiedad y depresión, ya que su autoestima y autoimagen están vinculadas a su apariencia física. La búsqueda incesante de la perfección o la eterna juventud puede generar una sensación constante de insatisfacción y angustia.
Desde el punto de vista físico, los riesgos de someterse a múltiples procedimientos quirúrgicos son significativos. Cada cirugía conlleva posibles complicaciones, como infecciones, cicatrices, reacciones adversas a la anestesia y problemas de cicatrización. La adicción a la cirugía estética puede llevar a una acumulación de riesgos y complicaciones, lo que pone en peligro la salud y el bienestar de la persona que la sufre.
Por eso es tan importante conocer que existen tratamientos para la adicción a la cirugía estética. Procesos psicoterapéuticos complejos que requieren un enfoque interdisciplinar entre profesionales sanitarios y socioeducativos. La terapia psicológica puede ayudar a las personas afectadas a abordar los problemas subyacentes de autoestima, ansiedad y trastornos de la imagen corporal. Los grupos de apoyo también pueden ser beneficiosos al proporcionar un espacio seguro para compartir experiencias y recibir orientación profesional. Todo dependerá de las necesidades y particularidades de cada persona, donde la historia de vida tiene un papel fundamental en el diagnóstico e intervención. Por eso siempre es recomendable acudir a un centro de desintoxicación de adicciones que pueda trabajar con mayores garantías sobre una conducta adictiva que requiere un alto nivel de conocimiento y experiencia.
Sin embargo, la mejor manera de ayudar es prevenir, asegura Antonio Molina, educador social de profesión y responsable de la parte preventiva en institutos, entidades y administraciones locales. La prevención es esencial para combatir la adicción a la cirugía estética. Educación sobre salud mental, autoestima y la promoción de la diversidad de cuerpos y rostros en los medios de comunicación pueden ayudar a cambiar la percepción de la belleza y reducir la presión social que impulsa esta obsesión. Fomentar una relación saludable con la apariencia y promover la aceptación de uno mismo desde una edad temprana puede ser clave para prevenir este tipo de adicción.
La actualización constante de los profesionales dedicados a prevenir y tratar este tipo de enfermedades es un elemento clave para remar hacia un futuro más optimista respecto a la relación con el propio cuerpo y la aceptación del mismo. Utilizando en todo caso de manera previa a la cirugía estética otras técnicas mucho menos invasivas. Hábitos de vida saludabes, práctica deportiva, alimentación sana y equilibrada e incluso psicoterapia para analizar el deseo desenfrenado por modiificar el cuerpo y lo que se busca con ello.
Los retoques estéticos están cada vez más normalizados en las sociedades occidentales y el sector de las clínicas estéticas ha experimentado un crecimiento enorme en los últimos diez años. Por eso es indispensable hacer una reflexión conjunta sobre el uso concreto de estas técnicas y el riesgo que conlleva su abuso.