Un programador ruso de 35 años convenció a un amigo para que lo ayudara a pasar una noche bajo tierra. Excavaron un agujero y dentro de una improvisada caja a modo de ataúd se metió sin más compañía que un móvil y una botella de agua.Al día siguiente, cuando acudía a sacarlo, su compañero lo encontró muerto, se había asfixiado, según publica la BBC .El fallecido estaba convencido de que enterrarse le daría buena suerte, además de demostrar su resistencia, de acuerdo a lo que ha contado su amigo. Sin embargo la realidad fue otra.
La víctima cavó un agujero en su jardín en la ciudad oriental de Blagoveshchensk y creó un improvisado ataúd con tubos para el aire. Se metió dentro con un móvil y una botella de agua que de poco le sirvieron. Su amigo lo cubrió con 20 centímetros de tierra y la prueba comenzó.Pero esa noche tuvo tan mala suerte que llovió torrencialmente por lo que con toda probabilidad se obstruyeron los precarios conductos a través de los que respiraba
