Si se lee la nota anterior, se ve que en algún momento hablo de mi intuición en el sentido de que la Senadora Zuccardi se entregaría. La verdad, no es que estuviera absolutamente convencido de que lo haría, como tampoco lo descartaba. Confieso que tal percepción no fue más que producto de un juego con los dedos de mis manos: Dije, lo último que salga pasará, entonces inicié con el No desde el pulgar de mi mano derecha (con cualquiera da lo mismo), y el último (el anular) dio el Sí.
Bien, hoy 24 de febrero la Senadora Piedad se ha entregado a la Justicia. En el momento de publicarse esta nota se encuentra recluída en el búnker de la Fiscalía General de la Nación.
En honor a la verdad, felicito a la Senadora Zuccardi, por su haber cumplido su palabra, comportamiento que puede tener distintas interpretaciones, sin duda:
a. Que regresó para probar que es inocente (aunque no lo sea).
b. Da entender que cree en la Justicia de Colombia, en el debido proceso (aunque no crea en ella, y por ende no en este último).
c. Que Martinelli (presidente de Panamá), si es que ella buscó asilo político, se lo negó (¿si fue así, qué habrá pasado?; no habiendo funcionado, entonces, las influencias de Uribe; como sí sucedió con la ex directora del DAS, María del Pilar Hurtado, quien sigue siendo prófuga de la Justicia por las 'chuzadas', montajes y todo tipo de complots contra magistrados de las altas Cortes, sectores de oposición, periodistas y otras personas consideradas como enemigas de el señor de las sombras.
d. Consideró que si en verdad le toca, es mejor estar presa en Colombia (donde están toda su familia y sus amistades), antes de tener que estar lejos de ellas y de sus costumbres costeñas (ella es de Sincelejo, Sucre) y colombianas en general; como también que ante una eventual condena le conviene más estar acá en su país, desde donde puede mover con más facilidad los hilos de la próxima contienda electoral (en marzo de 2014), independientemente de que la metan a la guandoca; pues, sabido es que desde allí también se mueven las fichas, más cuando se tiene el rótulo de ex congresista, o de ex funcionario estatal de alta jerarquía. Ya ella no podría aspirar nuevamente, pero sí tiene hijos y otros parientes que seguramente quisieran llegar al Congreso en nombre de ella. Sería algo excepcional, pues en Colombia pocas veces suceden casos como el mencionado. Eso pasa pero en otros países, ¿o me equivoco?
Bueno, estimo que lo anterior podría ser lo fundamental con respecto al hecho de que la Senadora Piedad se haya entregado.
No queda más, entonces, que aguardar el desarrollo del proceso en su contra. Luego de la indagatoria la Corte Suprema de Justicia decidirá si ella sigue detenida, o si queda libre aunque el proceso pueda continuar hasta cuando haya una decisión final: Condena o preclusión de la investigación.
No hay que echar en saco roto que muchas veces hay quienes, cuando son acusados de algún delito, inmediatamente dicen: "Como prueba de que nada debo, por lo cual nada temo, ya mismo me entrego y demostraré mi inocencia". Unos lo hacen estando absolutamente convencidos de que nada deben, por eso frentean los procesos judiciales. Como también hay quienes dicen y hacen lo mismo solamente como una forma de tramar, pretendiendo que los jueces y la sociedad digan: "Si se entregó, es porque es inocente", cuando realmente no es así.
Sin importar si es inocente o culpable, de todos modos reitero mis felicitaciones a la Senadora Zuccardi, pues las apuestas estaban más inclinadas a que ella no se entregaría; sino, que en efecto estaba tramitando su asilo político en Panamá. Pienso que sea trama o no, de todos modos hay que abonarle su coraje, su palabra empeñada, las mismas actitudes que les hace falta a muchas personas cuando se trata de ponerle el pecho a la Justicia.
Cuánto me gustaría que la Senadora Piedad les mandara un mensaje a los compinches de Uribe Vélez que hoy son prófugos de la Justicia: María del Pilar Hurtado, Luis Carlos Restrepo ("Dr. Ternura"), entre otros, exhortándolos a que, como ella, le den la cara a la Justicia de Colombia, a todo el país.
Nota anterior:
¡Regrese, Senadora Zuccardi!