Se estremeció todo

Se estremeció todo. Los bares, las peluquerías con la radio puesta, las ferreterías con transistores de dos pilas AA colgando de una tabla. Y la señoras que estaban ocupando algunas horas de la mañana frente a la tele, porque ya habían vuelto del mercado, y otras aún no habían ido y estaban esperando a que se hiciese la hora de ir.

Y se estremecieron los que salían del metro, y los que entraban. Y los que estaban trabajando y el twitter empezó a echarles humo, y los que sentados en la sala de espera del INEM miraban hacia la calle, por los cristales, y veían en el bar de enfrente, por la tele de 14 pulgadas llena de grasa a Rajoy hablando en la tarima….

Fue como una película muda, durante unos minutos nadie escuchaba lo que decía, los que oían la radio percibieron como un acople intenso, un ruido de carta de ajuste, un tono; era como un discurso en el que solo movía los labios y las manos… Pero todos se estremecieron, nos estremecimos, quedamos perplejos mirándolo, sin saber, o mejor sin entender, de qué hablaba.

Ese silencio estremeció a personas, animales y cosas.

Y luego, cuando lo entendimos, empezó el ruido.