Por ello y antes de comenzar a contaros la crónica de forma detallado, os resumiré lo bueno y lo malo de esta edición de la Maratón de Murcia. Lo bueno: jamás he visto o he sentido el calor, la cercanía y el cariño por parte de una organización, como en la Maratón de Murcia. Jamás.
Si bien todas las condiciones de la prueba no han sido las mejores, el equipo de gestión ha estado presente en todo momento, realizando una labor brutal desde primera hora, motivando a un equipo de voluntarios increíble y reparando las desavenencias que iban surgiendo.
Lo malo: he fracasado o al menos es mi sensación. He fracasado estrepitosamente y no sé detectar de forma exacta a qué circunstancia personal echarle la culpa. Evidentemente, la maratón puede tener su parte de culpa, pero el que falla en primera instancia es el corredor. Y yo siento que he fallado y que mi sueño se ha ido volando, literalmente.
Respecto a la historia. Nos despertamos en el Hotel Ibis a las 6 de la mañana. Pese a que la salida era a las 8:30 queríamos desayunar adecuadamente para darle tiempo al cuerpo a reaccionar. Nos costó la misma vida levantarnos. El día antes nos habíamos pateado gran parte de Murcia y cenado con amigos. Estábamos algo cansados aún.
Sin embargo la adrenalina comenzó a fluir y tras una ducha rápida, nos pusimos la equipación de corredor y bajamos a desayunar. Nada excesivo: un café y dos pequeñas tostadas con jamón. Algo con hidratos y cafeína pero sin excedernos. El desayuno entiendo que lo hice bien.
Salimos del hotel algo más tarde de lo previsto. Me hubiera gustado llegar mucho antes a línea de meta, pero la intuición me decía que no sería necesario. Pese a todo, fuimos andando con ciertas prisas hasta la zona de salida. En total...unos tres kilómetros de caminata. Gran fallo.
Al llegar allí no había prácticamente nadie. Quizás una veintena de corredores esperando y dando vueltas por el lugar. Los conos, vallas, etc. Ya estaban montados. El arco de salida aún no, tuvimos la suerte de ver como lo desplegaban.
Durante la espera me acerqué a saludar y conocer a Fausto, que sería la liebre de 4:30. Me ayudó mucho hablar con él, intentó hacerme entender que nuestra labor era la de ayudar a los corredores lo máximo que pudiéramos y que sino se terminaba...no pasaba nada. Pero a nivel interno sus palabras me resultaron yermas. No servir a los corredores hasta el 42,195 para mí, sería un fracaso.
A eso de las 8:10 me acerqué a una bicicleta donde tenían atados los globos. Me cedieron el que me correspondía y Marta me lo ató con la fuerza de un león al cinturón. Aún hoy me está costando pensar cómo voy a deshacer el nudo que me hizo.
Respecto a Marta...¿qué puedo contaros? Era su primera maratón y estaba nerviosa, emocionada. Ya me había demostrado tantas veces de lo que era capaz, que no dudaba de que terminaría el reto. Llevaba su mochila de hidratación y una equipación más bien semejante a la de un trailero. Aún así , estaba lista para afrontar la distancia. Menuda campeona.
A estas alturas ya había pasado el tiempo y la zona estaba más repleta de corredores, el arco de salida montado y el speaker mandándonos a la zona de salida. En el transcurso me alegré muchísimo de desvirtualizar a @palabraderunner (me encantó conocerte), de charlar con el cardiólogo que dio una charla el día previo, de conversar con varias personas de Facebook o que leen MedRunning como Juan, Zazo, etc. Si se me olvida alguien, lo siento.
Pero mi cabeza no estaba puesta en esos momentos, o en disfrutar al máximo de la calidez humana. Todo mi ser se estaba concentrando en el leve pero gran peso que llevaba colgando por encima de mi cabeza. El globo. Sentía a decenas de corredores mirándome, otros preguntándome sobre ritmos, etc. Para colmo, muchos eran veteranos y se veían curtidos, experimentados. Sólo quería que echásemos a correr y empezar a centrarme en buscar los ritmos deseados.
A las 8:30 la cosa se complicó. El disparo de salida no se producía. Los corredores estaban todos dispuestos para salir a correr, pero por alguna extraña razón...la maratón se retrasaba. Pasaron 10, 20, 30 minutos. No sabíamos que ocurría pero la desesperación nos estaba comiendo. Marta vino desde la parte trasera para intentar tranquilizarme. Ella había visto algo que yo no, a corredores sentados y malhumorados en el suelo. Quería cerciorarse de que estaba bien.
Me encontró tenso, absorto y mirando al cielo para intentar tranquilizarme. Viendo que no podía hacer mucho, volvió a su zona de salida. Para colmo, un señor se vino hacía a mi en actitud bastante agresiva para echarme en cara el parón y el retraso, para decirme que así no se hacía las cosas, que si era parte de la organización que me estaba cargando la maratón.
La calma antes de la tempestad
En fin...intenté abordar la situación, tranquilizar y dejar que el hombre esfogase su frustración y no ponerme nervioso. A posteriori nos enteramos que la Policía Local había puesto ciento y la madre de problemas para autorizar la salida, que no se movió demasiado para ayudar y que pese al apoyo ejercido durante todo el recorrido...había efectivos que no tenían mucho afán porque la Maratón saliese adelante.Todo ello generó que la imagen de una maratón bastante bien organizada, fuera ensuciada. Unas semanas antes, les jodieron el circuito a última hora y les denegaron ser campeonato regional de maratón (desde el Ayto y Federación). Y ahora, en el momento de la salida, se las ingeniaron para putear y boicotear la Maratón (desde Policía Local). De locos.
Pero bueno, los organizadores supieron solventar el problema y casi tres cuartos de hora más tarde, dio comienzo el evento. En cuanto empecé a correr, se me fueron los malos rollos, se me fue la desmotivación y empecé a disfrutar como un enano. No me duró mucho.
Con el gran Fausto. Gracias campeón
Llevaba puesto el reloj en tiempo, el Strava marcando los ritmos y una tabla que me indicaba el tiempo por kilómetro. Pese a que salí más rápido, desde primera hora se pusieron a mi alrededor (y no exagero) unos 30-40 corredores que me seguían. Brutal.El globo iba a mis espaldas botando, tirando y recordándome constantemente mi labor. Los primeros kilómetros fueron bastante rápidos. Todo iba bien y el ritmo era el correcto. Pretendía ir de menos a más aunque al final se convirtió en "de más a menos". Sin embargo íbamos bien. Era cómodo correr rodeado, motivaba muchísimo. Además, no paré de intentar animar a los corredores y a la ciudad de Murcia en cada momento que podía. Pero apenas había respuesta....
En varias ocasiones espolee en voz de grito a que los pocos ciudadanos que había para que aplaudiesen...no respondían o me miraban raro. El grupo de corredores junto a mí si que era bastante más proactivo. Atentos al ritmo, cercanos, reaccionaban un poco más a los ánimos.
Bueno, la carrera transcurría y desde primera hora sentí dos cosas. Por un lado, que estaba haciendo más calor del que esperaba. Salir un poco más tarde me había descuadrado un poco y veía cómo el sol acechaba en los primeros 5 kilómetros de carrera. Por otro lado...los puntos kilométricos, simplemente o no estaban o se habían colocado bien o yo que se.
Hasta prácticamente el kilómetro 8 estuve guiándome por el reloj, la aplicación y por los entrenamientos para saber cuando iba a 5:40. Estaba muy perdido. Para colmo, en varias ocasiones me aceleré al no estar acostumbrado a correr tan "lento". Pero supe subsanarlo.
Me sentía relativamente bien. Correr por Murcia es muy agradable. Todo es llano, está vacío, es tranquilo. Pero es largo...Cada avenida o calle que afrontábamos era una recta terriblemente larga y vacía. Además, el saber que volveríamos a pasar de nuevo por esa zona, desmoralizaba un poquito aunque personalmente es algo que ignoré.
Acortando. Hasta el kilómetro 10 genial. Entramos en 56 minutos y 40 segundos clavados (lo que había que hacer). Los avituallamientos durante toda la carrera estaban, siendo directo, de puta madre. No faltó agua en ningún momento, los avituallamientos sólidos estuvieron bien situados, la isotónica bien servida. En serio, el mejor avituallamiento en maratón que he vivido.
Animando como un corralero la ciudad de Murcia
Sobre el kilómetro 10 creo que entramos en la Avenida del Tranvía que se hizo larguísima. En un momento dado no podía aguantar más tal cantidad de líquidos en mi cuerpo, le pasé el globo a un compañero del grupo y fui corriendo a orinar. Sin embargo volví a cometer otro error. Tras miccionar (una gran cantidad, por cierto) intenté coger rápidamente al grupo.Me puse por debajo de 5min/km y me dí un sprint brutal. En Strava se me registra por el kilómetro 15 así que...otra cagada que cometí. Pero seguimos adelante porque iba bastante bien. Además aún iban a mi alrededor unos 20 corredores flanqueándome por todos lados.
La entrada en la media maratón fue bastante chula. Haciendo acopio de las fuerzas que aún tenía bromeamos, dimos un par de gritos. Estuvo guay. La media la hicimos en 1:58:40 unos 20 segundos positivos a lo estipulado. Estaba genial. Quiero pensar que mis acompañantes estaban satisfechos con mi labor, aunque siempre me pueden decir que no.
A partir del 25 mi cuerpo empezó a sentise regular. El dorsal me lo tuve que quitar porque se rompió y el portadorsales no paraba de oprimirme en la zona del corazón el cual notaba algo raro. Las piernas, pese a ir bien, hacía cosas extrañas. Y los gemelos empezaron a hormiguear.
Al pasar por el 26 la cabeza me jugó una mala pasada. Empecé a recordar todos los malos entrenamientos por el campo, las altas temperaturas, lo mal que lo había pasado en esas tiradas largas. Me empezó a doler la cabeza, parte del calor parte de la deshidratación hipotónica.
Me asusté muchísimo pero pese a todo, seguí adelante. Ese precioso globo azul de 4 horas me daba fuerzas para seguir adelante. Me indicaba la responsabilidad que tenía y que iba a cumplir sí o sí. Allá por el 29 todo volvió a empeorar. Necesitaba parar, tomar aire y descansar.
Sin dudarlo demasiado y aprovechando una recta donde el giro estaba a 100 metros, le di el globo rápidamente a una compañera. Me crucé al otro lado y estiré las piernas, especialmente los gemelos que me dolieron a rabiar. Volví a situarme la cabeza, a beber bien y en la vuelta, tomé de nuevo el globo. Necesitaba esos 200 metros de descanso.
Los indicadores de kilómetros me volvían a jugar malas pasadas. En el 32 según Strava, un cartel me indicaba que estaba en el 31 y algo así me ocurrió toda la carrera. ¿Porqué? En fin, no lo entendía pero me hacía mirar el reloj y pensar que la estaba cagando.
Al kilómetro 30 entramos en 2:53:30. ¿Cómo podía ser? En la aplicación ponía que llevábamos más kilómetros recorridos pero no sabía el porque. Para más INRI tocaba subir la peor cuesta del recorrido y de nuevo el gemelo me dio un aviso. Sentí como la bola muscular se movilizaba lentamente buscando montarse en un espasmo doloroso. Pero conseguí evitarlo.
La subida se hizo tortura, el corazón se me salía por la boca y pese a todo, mantuve el ritmo. A mi alrededor veía a la gente sufriendo muchísimo. Esa subida era mortal. Todo se puso literalmente cuesta arriba para mi. Sentía que me iba a desplomar. El calor me estaba asfixiando.
Todo lo que bebía sólo me hacía sentir más lleno el estómago, pero no mejoraba mi estado. Y llegó el kilómetro 34. Justo cuando estaba llegando a la esquina donde estaba Soraya, una de las Guerreras Running a la que desde aquí le agradezco muchísimo su presencia, ocurrió la desgracia. El globo chocó con una señal de tráfico se enredó y la cuerda se rompió.
Soraya me gritó, el globo se te ha ido. Al girarme, todo se fue al carajo. Durante una décima de segundo lo ví: el globo alejándose de mi, a una altura inalcanzable, cada vez más lejos. Y el gemelo izquierdo reventó, se me cogió y ese dolor visceral que no deseo a nadie, me embargó toda la zona. Mi sueño se acababa de ir volando, mi fuente de motivación...se rompió. Todo mi cuerpo se vino abajo. Me quería morir. Fracasado, es lo que mi cabeza me gritaba.
No sé de donde coño saqué fuerzas, pero logré estirar gracias a la ayuda de Soraya y alejarme de allí lo antes posible. Me sentía tan avergonzado....tan avergonzado. Crucé el puente y algunos corredores del grupo que se quedaron rezagados me preguntaron por el globo. Jarro de agua fría.
Pasé por el Paseo Garay (lugar donde estaba la meta) y al ver a gente de la organización agaché la cabeza y seguí corriendo como pude. Necesitaba alejarme de allí. No podía seguir, no quería seguir. Eché a andar en varias ocasiones, necesitaba replantear que hacer.
Conseguí llegar hasta Avenida de Carlos III, la gran avenida por donde discurre el travía. Tras el avituallamiento decidí que terminaría la carrera, no sabía bien de que forma, pero lo haría. Llegué a la conclusión de que sino lo hacía, no solamente me iría a casa deseando no volver a correr una maratón en mucho tiempo...sino que además, el efecto psicológico de sufrir la primera carrera de mi vida que no he terminado, sería aún más devastador.
Y así, a base de correr y caminar (especialmente esto último) me fui arrastrando como un zombie hasta el giro final. Al volver por la Avenida mi cabeza se quebró. Minutos y minutos donde sentía que me asfixiaba, que no podía respirar. Minutos que me pasé llorando, donde me salían las pocas lágrimas que me permitía la deshidratación. Sólo quería llegar, ducharme y ocultarme.
Por el kilómetro 39 me encontré a Fausto que marcaba el globo de las 5 horas y el pobre, iba solito. Se paró y se preocupó por saber cómo estaba, qué me había pasado. Gracias Fausto, de corazón. Le dije lo que me había ocurrido, intentó tranquilizarme y seguí adelante.
En cada avituallamiento o por parte de los patinadores (que grandes los patinadores, alma de la carrera) recibía palabras de aliento, creo que parte de llegar a meta es gracias a ellos. En el kilómetro 41 sufrí el que probablemente sería el momento más duro pero el más bonito.
En el horizonte, andando, luchando y sufriendo estaba ella, mi Guerrera. Aún le quedaba por recorrer todo lo que yo había logrado a base de sufrir. No quería pensar lo que le quedaba a ella. Nos fundimos en un abrazo que me dio la vida. Estaba tan orgullos de ella, de sus lágrimas, de su capacidad de sacrificio, de sus ovarios para ser capaz de luchar tanto.
A la izquierda, una nueva maratonista
Fueron un par de minutos, pero espero que ese momento no se me olvide jamás. Fue muy emotivo. Me sentí tan orgulloso. Me regaló un momento que me recuperó el desazón: la alegría de ver a un corredor novato, convertirse en maratonista. Es tan bonito ver eso.Ella siguió su camino y yo el mío. Ambos sabíamos que nos íbamos a ver en meta, costase lo que costase. No os preocupéis, su historia la tendréis en breve en Guerreras Running (que es donde debe estar en esta ocasión). Por mi parte, afronté el último kilómetro cogiendo fuerzas.
Estaos pendientes al blog de las Guerreras Running
Anímicamente estaba mejor y volví a dedicarme a animar a todo el que pasaba por mi lado. Me quedé muy impresionado de una chica, (Nuria López creo que se llama), que las veces que me la crucé e iba jodidísima o incluso lesionada. Pero la campeona aguantó de forma estoica.Me devolvió también fuerzas ver a personas como ella, poder tener la suerte de dedicarle unas palabras de ánimo o ver su cara de determinación. Eso es maratón señores, eso es la ilusión. Es brutal ver lo que se cuece más allá de las 4 horas 30 minutos.
Y tras los aplausos de una pareja que estaba por Gran vía, arranqué a correr. Los últimos 500 metros fueron los peores que he vivido en una maratón. Saqué el dorsal para que fuera visible, intenté esbozar mi cara menos desagradable para la cámara y sin pena ni gloria entré. Peor marca personal en maratón, enorme sentimiento de fracaso y una medalla/apoyo final que agradezco mucho pero que me supo agridulce. En meta estaba Soraya, a la que de nuevo la agradezco su presencia. Siento no haber estado más comunicativo.
Estuve sentado por la zona un buen rato, viendo a los corredores llegar, charlando con otros, etc. Cuando me encontré con Manuel Rico, pese a que se lo dije en persona, se lo vuelvo a repetir: lo siento muchísimo. Siento que la confianza depositada en mi persona ha sido en balde, que todo el cariño recibido ha caído en saco roto. Lo siento.
Sabes que puedes contar conmigo para ayudaros en años posteriores en lo que haga falta de la Maratón. Me has demostrado que eres una bellísima persona (aún más de lo que ya conocía), que me has tratado como nunca otra organización lo ha hecho. Gracias, y espero poder redimirme al 100% en el futuro, porque lo que haces por el atletismo en Murcia...no tiene precio.
Para terminar, si queréis saber mi tiempo...creo que fue de 4 horas y 40 tantos minutos. No lo recuerdo. Sólo sé que ha sido la carrera más dura y en la que me he sentido peor de toda mi vida. Ni siquiera en los 101 de Ronda tuve tanto dolor por segundo.
Mentalmente no voy a mentir, estoy hecho una mierda. No sólo no me planteo correr maratones en mucho tiempo, sino que además es probable que le coja miedo a esta distancia. No sé cómo recuperarme de este palo. No sé cómo afrontar haber fracasado pese a haber conseguido terminar mi séptima maratón. No lo sé. Desconozco incluso en lo que he fallado, lo veo nublado.
Podría contar más cosas, más momentos, pero creo que con lo dicho hasta ahora he reflejado bastante bien lo que me gustaría mostraros y al mismo tiempo poder releerlo en el futuro. La Maratón de Murcia es pese a los pequeños fallos, una grandísima maratón (mucho mejor a nivel humano que otras grandes maratones). Me ha resultado dura y me ha pillado en un mal día.
Para finalizar, no querría despedirme sin darle las gracias a: Audberto y Pilar por habernos acompañado todo el fin de semana, sin vosotros no habríamos sobrevivido a la Maratón, sois increíbles. A Fausto por su apoyo y su buen trato. A los corredores que me acompañaron en el globo...espero haberos ayudado al menos 30 kilómetros, siento lo ocurrido. A los voluntarios y patinadores que fueron la caña toda la carrera. A Manuel Rico, por todo, absolutamente todo.
Darle las gracias a los organizadores, que me trataron como uno más. A Fernando (globo de 5 horas) que sé que ayudó muchísimo a Marta y a la propia Marta, por demostrarme lo que significa maratón y por hacerme flipar en colores contigo. Y a MedRunning, por habernos hecho vivir esta experiencia de la que tenemos que extraer lo bueno y aprender de lo malo.
A todos los que me mandásteis mensajes de apoyo, a todos los que me habéis animado en redes sociales o los que habéis depositado vuestra confianza en mi persona. A las Guerreras Running, especialmente a Ana y Soraya que estuvieron presentes el fin de semana. En fin, gracias a todos y espero levantar cabeza pronto para volver a ser fuente de motivación...
Por el momento, mis sueños se han ido volando como el globo de la Maratón. No sé si tendré la oportunidad de volver a llevar un globo. No sé si volveré a correr maratón. Esta es mi historia, estas son mis experiencias y esto es lo que os he contado con el corazón. Hasta pronto.