Juan Pablo II y Juan XXIII, de ahora en adelante serán llamados santos
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La Iglesia católica ha festejado hoy en Roma, con millare de fieles entusiastas, la canonización de dos de sus figuras más carismáticas de la historia reciente, los papas Juan XXIII y Juan Pablo II.Francisco ha aprovechado la ocasión, en una homilía concebida para ser leída entrelíneas, para invocar la valentía, misericordia y espíritu renovador de los dos nuevos santos ante el actual proyecto reformista del catolicismo, que se plasmará en el sínodo extraordinario sobre la familia, el próximo octubre, en el que podrían acordarse cambios pastorales de envergadura.
La solemne y sobria ceremonia frente a la basílica de San Pedro congregó a medio millón de personas, en la plaza y sus aledaños, más otras 300.000 distribuidas en otros lugares de Roma donde se habían instalado pantallas gigantes. Muchos peregrinos, sobre todo los llegados de Polonia, durmieron en la calle, a la espera de que se abriera el recinto a las 5 de la mañana para tomar buenas posiciones.
Asistieron al acontecimiento delegaciones de más de un centenar de países y 34 jefes de Estado y de Gobierno, entre ellos los reyes de España, en primera fila. Estuvo presente el Papa emérito, Benedicto XVI, que se sentó en la zona reservada a los cardenales.
Hay fundadas expectativas de que, en el sínodo sobre la familia, puedan introducirse novedades significativas en la actitud de la Iglesia católica ante los divorciados que han vuelto a casarse –hoy excluidos de los sacramentos de la confesión y de la comunión-, ante los homosexuales y ante situaciones nuevas de convivencia. Tras las palabras de Jorge Mario Bergoglio, esas expectativas ciertamente han crecido, a pesar del intenso debate en marcha entre católicos laicos y entre la propia jerarquía.
"Que estos dos nuevos santos pastores del pueblo de Dios intercedan por la Iglesia, para que estos dos años de camino sinodal sea dócil al Espíritu Santo en el servicio pastoral a la familia", dijo Francisco ante cardenales y obispos llegados de todo el mundo. La homilía se dirigía más a ellos que a la masa de peregrinos, muchos de los cuales ni siquiera podían entender sus palabras en italiano. "Que ambos nos enseñen a no escandalizarnos de las llagas de Cristo, a adentrarnos en el misterio de la misericordia divina que siempre espera, siempre perdona, porque siempre ama", añadió Jorge Mario Bergoglio.
Con su insistencia en la familia y en el sínodo, Francisco indicó su inmediata hoja de ruta, aunque sin entrar en detalles. Pero, para los esquemas vaticanos, sus palabras insinuaron una actitud de apertura y tolerancia. El camino reformista pasa, pues, por la proclamación de la santidad de dos papas protagonistas del Concilio Vaticano II, un gran acontecimiento eclesial que, revalorizado, empuja las reformas emprendidas por Francisco.
El Papa recordó que Juan XXIII y Juan Pablo II fueron "sacerdotes, obispos y papas del siglo XX", con todo lo que ello significó, y se mostraron "valerosos". "Conocieron sus tragedias, pero no se vieron superados por ellas”, recalcó Francisco. De Juan XXIII recordó que "demostró una delicada docilidad al Espíritu Santo, se dejó conducir y fue para la Iglesia un pastor, un guía-guiado". Esa “docilidad” es la que, indirectamente, reclama ahora el Papa para acometer sin miedo, y con generosidad, los cambios y ajustes en el tema de la familia.
Sobre Juan Pablo II, Francisco afirmó que "fue el papa de la familia" y así quería ser recordado, e insistió en que "son precisamente los santos los que llevan adelante y hacen crecer la Iglesia". El Papa pretende una síntesis un poco compleja de tradiciones y actitudes, en un intento por preservar el equilibrio y la unidad.