Revista Cine
El Mar Muerto (México, 2010), de Ignacio Ortiz. Tres años después de haberse presentado con más pena que gloria en Guadalajara 2010, se estrena en una decena de salas El Mar Muerto, cuarto largometraje de Ignacio Ortiz. No se hubieran tomado la molestia, la verdad.En cierta noche trágica, en alguna ciudad de México -evidentemente, Oaxaca-, un grupo de personajes cruzan sus destinos: un boxeador apodado "el asesino de Tlatelolco", un par de hermanas prostitutas llamadas -es en serio- María y Magdalena, una mesera que le tiene miedo a todo lo que se mueva, un sacerdote que no quiere aceptar narcolimosnas y que como castigo le mandan una cabeza de "recuerdito", unos cuicos buenos para nada que se llevan patrullando sin intervenir un solo momento y un viejito -que luego sabremos que es el papá del boxeador- que vive solo en alguna casucha, expiando sus pecados y tratando de olvidar un crimen bíblico que cometió cuando era joven.Los personajes son chocantes y lo que les sucede más: el boxeador es orinado en la cara por una muchacha por no haber ganado su pelea; el cura se lleva a la prostituta Magdalena para "desogarse" y al rato sin decir agua va se cuelga nomás porque sí; el boxeador mata a la otra puta, María, en un arranque de mal guión y cuando Magdalena va tras él para matarlo, le dice que le dispare, que es lo justo, que se lo merece, y le echa un choro tan mareador que Magdalena mejor se pega un tiro ella misma antes de morir de aburrimiento; la mesera se deja violar por el dueño del cafetín, un chino lamentable y lamentador; y mientras todo esto sucede, un grupo neocristero, "Los chichimecas", cortan la luz eléctrica de la ciudad mientras gritan arengas harto trascendentes ("¡Viva Cristo Rey!", "¡Mueran las putas!", "¡Viva el Arcángel Gabriel!", "¡Viva el presupuesto federal que nos permite hacer estas películas como estas!").Al final, todo tendrá sentido (es un decir): las culpas transferidas/aceptadas se develarán cuando el viejito del inicio (Don Mario Almada, nada menos) le confiese a su hijo (al boxeador encarnado por Joaquín Cosío) cierto secreto familiar. Ya libre de esa culpa, el papá será cargado en brazos por el hijo, quien lo levantará en vilo y caminará literalmente sobre las aguas de una laguna oaxaqueña. Que alguien le diga a Sokurov que él no tiene la culpa de esta pedantería monumental.
Un Atrevido Don Juan (Don Jon, EU, 2013), de Joseph Gordon-Levitt. Un meritorio debut como cineasta del actor Joseph Gordon-Levitt, quien encarna a un mujeriego y adicto a la pornografía que, tras conocer a una mujer "de diez" (Scarlett Johansson), empieza a entrar en el redil. Como es costumbre en los actores convertidos en cineastas, lo mejor de la película es el trabajo del extendido reparto con el que se rodea Gordon-Levitt. Mi crítica en el Primera Fila del viernes pasado.
Capitán Phillis (Captain Phillips, EU, 2013), de Paul Greengrass. Encarnado por Tom Hanks, el Phillips del título es el capitán de un barquero carguero gringo, asaltado por un cuarteto de piratas somalíes dirigido por el flaquísimo Muse (Barkhad Abdi). Como escribiré largo y tendido de esta película, no agregaré nada más, a no ser que, en efecto, Tom Hanks está espléndido y su nominación al Oscar -especialmente por los minutos finales- está asegurada.