Suspiria: el maligno (Suspiria, EU-Italia, 2018), de Luca Guadagnino. El más reciente largometraje de Guadagnino retoma el clásico del giallo de Argento (Alarido, 1977) para llevarlo a otro sitio, no mejor -¿quién puede superar esa música, esos colores, ese ritmo del Argento de los 70?- pero sí muy interesante. Mi crítica, in extenso, por acá.
Las dos Irenes (As duas Irenes, Brasil, 2017), de Fabio Meira. Las dos Irenes del título (Isabella Torres y Priscilla Bittencourt) son dos adolescentes de distintas extracción social que comparten los mismos 13 años de edad y... el mismo padre (Marco Ricca). Las dos viven relativamente cerca una de la otra, así que cuando una de ellas descubre el secreto del papá, buscará a su media hermana homónima para conocerla, saber cómo vive y, acaso, averiguar qué busca su padre con esa otra familia, con esa otra hija.
Suena melodramático para no lo es. Estamos ante un capcioso estudio de crecimiento y maduración de dos jovencitas que, en unas cuantas semanas, salen al mundo a través del descubrimiento de un secreto familiar que, por supuesto, acaso no sea tan secreto. Las dos jóvenes actrices están formidables y la dirección del debutante Meira es tan funcional como irreprochable. Una de las mejores operas primas que vi en el 2017.
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