Los Canallas (Les Salauds, Francia-Alemania, 2013), de Claire Denis. El más reciente largometraje de Denis es un notable film-noir que parece haber sido adaptado de alguna perversa novela hard-boiled americana. Mi crítica en el Primera Fila del Reforma del viernes pasado.
Livide, Herencia Maldita (Livide, Francia, 2011), de Alexandre Bustillo y Julien Maury. Vista en el Riviera Maya 2012, finalmente ha llegado a la cartelera comercial el segundo largometraje de Bustillo y Maury (efectiva opera prima Instinto Siniestro/2007). La cinta mantiene el interés durante la primera hora para desbarrancarse en la en la autoparodia y el ridículo durante los últimos minutos del filme. Los cineastas manejan de forma eficaz la fórmula de la casa encantada para terminar en una mezcla indigesta de vampiros, zombies, autómatas, más todos los clichés y gratuidades que se acumulen en la semana. Eso sí, Bustillo y Maury saben crear suspenso y en la guapa y atlética Chloé Coulloud han encontrado a una correosa heroína que no le tiene miedo ni a la más horrenda de las brujas. Por ella, vale la pena el palomazo.
Bajo la Misma Estrella (The Fault in Our Stars, EU, 2014), de Josh Boone. La adolescente cancerosa Hazel (Shailene Woodley) conoce al jovencito exbasquetbolista con pierna artificial Gus (Ansel Elgort), que ha padecido y sobrevivido también al cáncer. Antes que pueda usted deletrear Love Story (Hiller, 1970), los dos muchachitos compartirán historias, anécdotas, bromas, sueños y dolores, con todo y un viaje iniciático clave a Ámsterdam. Volveré a la cinta en estos días. Al Filo del Mañana (Edge of Tomorrow, EU, 2014), de Doug Liman. Para estar a tono con la crítica de cine de nuestra época, nomás soltaré este apotegma: "¡Es la mejor película del verano hollywoodense!". Y ya: no diré más. (Bueno, no diré más porque ya escribí de ella largo y tendido por acá). Joyfluid (México, 2014), de Alejandro Rodríguez Huerta. El cineasta debutante Rodríguez Huerta ha creado una oscura cinta animada en 3D cuya historia está ubicada en el futuro, en un mundo postapocalíptico. En él, la energía violenta de los niños, enajenados todo el tiempo frente a sus videojuegos, termina siendo el motor que hace funcionar el Estado totalitario y represor que mantiene a la humanidad esclavizada. Más allá de sus debilidades -algunos diálogos no son convincentes, la repetición constante de acciones llega a ser exasperante-, el debut de Rodríguez Huerta es un meritorio experimento en el terreno de la animación mexicano, con todo y sus obvias deudas al cine cyberpunk y a algunas cintas como Final Fantasy: el Espíritu en Nosotros (Sakaguchi y Sakakibara).