Revista Cine

Sé lo que viste el fin de semana pasado/CCXVIII

Publicado el 22 febrero 2016 por Diezmartinez
Sé lo que viste el fin de semana pasado/CCXVIII

Seguir Viviendo (México, 2014), de Alejandra Sánchez. El tercer largometraje -pero primero de ficción- de la documentalista Alejandra Sánchez (Bajo Juárez: la Ciudad Devorando a sus Hijas/2006, y la poderosaAgnus Dei: Cordero de Dios/2011) lo vi en Guadalajara 2014, hace prácticamente dos años. Apenas este fin de semana se ha estrenado y en el circuito cultura de rigor: Cineteca y salas afines.Dos adolescentes, Jade y Kaleb García Andrade (ellos mismos) tienen que salir huyendo de Ciudad Juárez, acompañados/cuidados por la reluctante periodista Martha (Nora Huerta), después de que la mamá de ambos -en realidad, la abuela: su mamá fue asesinada cuando los dos eran muy niños- es baleada por unos sicarios y dejada en estado de coma. La cinta tiene elementos documentales muy claros: la abuela de los chamacos, Norma Andrade, sí sufrió de verdad un atentado, y los dos adolescentes interpretan versiones de ellos mismos e, incluso, aparecen en pantalla dando testimonios al estilo del cine documental clásico. Este impulso semi-neorrealista se combina con elementos mucho más melodramáticos y convencionales -la historia de la periodista Martha, que aún no puede aceptar la muerte accidental de su hijito-, con todo y la aparición de Tito Vasconcelos reventándose "Silencio" en algún cabaret tropical playero y cinematográfico. En todo caso, el discurso vital de la película es el que resulta atrayente: más que refocilarse en el dolor o la justa indignación, Sánchez opta por construir un relato en el que "la vida se abre paso" a pesar de todo. No es una mirada idílica de esa tragedia que es la violencia inabarcable en este país, sino una simple y necesaria afirmación de que la vida tiene que seguir, por más que no olvidemos nunca a nuestros muertos que pueden estar, por ejemplo, "en el aire".
Zootopia (Ídem, EU, 2016), de Byron Howard, Rich Moore y Jared Bush. Mañana aparecerá mi crítica in extenso aquí mismo pero adelanto: es una cinta animada muy palomera con un desternillante olling gag en una oficina de gobierno que ya se coló, desde ahora, en los fotogramas del año. 
Vigilancia Extrema (Gam-si-ja-deul, Corea del Sur, 2013), de Ui-seok Jo y Buyng-seo Kim. Buen remake -acaso, incluso, mejor que el original- del thriller hongkonés Gun Chung (Yau, 2007). Mi crítica en el suplemento Primera Fila del viernes pasado de Reforma

¡Que Viva la Música! (Colombia-México, 2015), de Carlos Moreno. El quinto largometraje de Moreno -Perro Come Perro (2008), El Cártel de los Sapos (2011)- está basado en la novela de culto de Andrés Caicedo, ubicada en la Cali de los años 70. La protagonista, la jovencita ricachona María del Carmen (Paulina Dávila), se ve envuelta en una interminables espiral de excesos -ora sí que droga, sexo y rocanrol (más cumbias)- que refleja el nihilismo de esa sociedad, de esa época y de esa juventud -o de esta sociedad, de esta época y de esta juventud. Lástima que el filme se vuelva monótono en su segunda parte. Además, la voz en off poética/narrativa de la propia María del Carmen -hasta donde entiendo, tomada de la propia novela de Caicedo- resulta bastante estorbosa. Una oportunidad perdida.La Habitación (Room, Canadá-Irlanda, 2015), de Lenny Abrahamson. El quinto largometraje del dublinés Abrahamson -mea culpa: no he visto ninguna cinta anterior de él- está basado en el bestseller homónimo de Emma Donoghue, a su vez inspirado en la historia real del austriaco Joseph Fritzl, quien mantuvo a su propia hija secuestrada en el sótano de su casa durante 24 años, con quien, además, procreó siete hijos.

El guion -escrito por la propia novelista Donoghue- nos ubica en alguna ciudad americana, en la habitación del título, donde "Ma" (Brie Larson, futura ganadora del Oscar 2016 a Mejor Actriz) permanece encerrada, aislada del mundo, solo con la compañía de su hijito de cinco años Jack (Jacob Tremblay, de siete), a quien parió en ese mismo lugar. 
Quien la mantiene encerrada hace siete años -la muchacha tiene 24- es un tipo que ella y su hijito mencionan como el Viejo Nick (Sean Bridgers). Por la noche, el hombre entra a la habitación para dejar alimentos, bebidas y, por supuesto, reclamar el pago sexual de parte de Ma, quien encierra a Jack en un armario para evitar que tenga la menor relación posible con su carcelero... que es también su padre.
Durante la primera parte de esta cinta, Abrahamson sostiene perfectamente la tensión dramática, enclaustrada entre las cuatro paredes del cuarto, con un niño que ha sido educado -por Ma- desconociendo por completo lo que sucede en el mundo exterior, al que solo accede por un pequeño tragaluz y por un viejo televisor. El escenario es terrible y, al mismo tiempo, esperanzador: el amor incondicional de la muchacha hacia su hijo es el único sostén no solo del chamaco sino de ella misma.
Cuando han transcurrido 50 minutos de la cinta, ocurre algo que hace cambiar la dirección del filme y no hacia el mejor rumbo. Es cierto que este cambio de tono sucede a través de una magnífica secuencia de suspenso y acción -acaso la mejor de toda la película, de hecho- pero luego, por desgracia, el guion de Donaghue se estanca en los meandros de un melodrama femenino elemental y lacrimógeno.
En lo personal, creo que La Habitación no se recupera nunca de su terrible segunda parte. O, acaso, el problema es que no se recupera de esos primeros magníficos 50 minutos. 
Love & Mercy (Ídem, EU, 2014), de Bill Pohland. El apenas segundo largometraje como cineasta del productor Pohland es una valiosa biopic musical  acerca de la cabeza creativa de Los Beach Boys, Brian Wilson, ubicada en dos espacios dramático-temporales claramente establecidos: a mediados de los 60, cuando Wilson está preparando la música para su famoso álbum "Pet Sounds", y veinte años después, cuando Wilson, sobre-medicado, está en manos de su psiquiatra y tutor legal, el siniestro Eugene Landy (Paul Giamatti, ñacañaquesco). Los dos Wilson, el joven de los años 60 y el maduro de los 80, están encarnados por dos actores muy distintos (Paul Dano y John Cusack, respectivamente) pero, curiosamente, esta selección funciona muy bien, como si estuviéramos ante una suerte de re-edición de la extravagante biopic de Bob Dylan Mi Historia sin Mí (Haynes, 2007) -de hecho, no por nada el filme de Haynes y de Pohland comparten el mismo guionista: Oren Moverman.
Más allá del análisis psicológico del personaje -la dependencia de Wilson ante Landy bien podría explicarse como una continuación de los abusos que sufrió en la infancia y juventud el compositor en manos de su padre y representante (Bill Camp)-, lo mejor de esta cinta es que nos entrega una fascinante crónica del trabajo creativo de Wilson. En la mejor tradición del cine procedimental americano, vemos de qué manera el joven Wilson va armando cada corte de uno de los discos clásicos del pop gringo de los 60. Hay algo de genio en ello, claro, pero también de simple talacha: joder y joder a los músicos hasta que el sonido sea ése que él está escuchando en su cabeza, traer perros al estudio para captar sus ladridos, preguntar si ya entrados en gastos le podrían traer un caballo de una vez...
Comenté antes que esta elección casi buñueliana de elegir a dos actores para el mismo personaje, en dos etapas no tan lejanas, rinde buenos frutos: entre los Wilson de Dano y Cusack hay una corriente de sensibilidad actoral que los une. La perpetua inseguridad del joven Wilson se transforma en encantadora vulnerabilidad en el Wilson maduro. Por su parte, en el papel de su salvadora y futura esposa, la exmodelo vendedora de autos Melinda Ledbetter, Elizabeth Banks logra una interpretación notable: uno cree de verdad en la inteligencia y determinación de esa guapa mujer sin que parezca una simple hada madrina. 
Ah, y otra cosa: claro que se escucha en algún momento "Would'nt It be Nice" y, además, en el momento preciso.

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