Revista Cine

Sé lo que viste el fin de semana pasado/CCXXIX

Publicado el 19 abril 2013 por Diezmartinez
Sé lo que viste el fin de semana pasado/CCXXIX

Elefante Blanco (Argentina-España-Francia, 2012), de Pablo Trapero. El más reciente largometraje de Trapero es un melodrama social bien intencionado, mejor realizado, con un reparto impecable, pero un guión -firmado por el director, Santiago Mitre y dos escritores más- que termina saliéndose de madre. El luchón padre Julián (Ricardo Darín) recoge al traumatizado padre belga Nicolás (Jérémie Renier) para que le ayude en su trabajo comunitario/evangélico en la Parroquia del Cristo Obrero, fundada por el sacerdote mártir Carlos Mugica (1930-1974) a quien, por cierto, está dedicada la cinta. El "elefante blanco" del título son las ruinas de un hospital semi-construido (o, si lo prefiere, semi-derruido) que iba a ser el más grande de América Latina pero, ahora, abandonado, se erige en el centro de una villa miseria en la que (sobre)viven unas 30 mil personas. En ese lugar, rodeado de pobreza, narcos, drogadictos y violencia, Julián, Nicolás y la brava asistenta social Luciana (Martina Gusman) tratan de hacer el bien y paliar los irresolubles problemas sociales que enfrentan todos los días. La película termina naufragando entre clichés -inevitable historia de amor entre uno de los curas y la delgada asistenta de no malos bigotes, enfermedad mortal de otro de los sacerdotes- y vueltas de tuerca casi tarantinescas de lo gratuitas que resultan -la escena de violencia que sucede hacia el final-, pero la puesta en imágenes de Trapero -cinefotografía de Guillermo Nieto- con sus planos secuencia y sus laberínticos tracking-shots no dejan que el espectador se aburra un solo instante.
Oblivion, el Tiempo del Olvido (Oblivion, EU, 2013), de Joseph Kosinski. ¿Fue Joel Meza el que bautizó esta película como CRUIS-E? En todo caso, muy justo el juego de palabras: en el segundo largometraje de Kosinski (churrazo TRON: el Legado/2010), la súper-estrella Cruise encarna a una suerte de WALL-E humano en un planeta Tierra post-apocalíptico. La obra mayor de Pixar no es la única referencia a la mano: lo mismo puede alegarse que tiene guiños clarísimos a, en orden de aparición, 2001: Odisea del Espacio (Kubrick, 1968), Blade Runner (Scott, 1982), El Vengador del Futuro (Verhoeven, 1990) y Matrix (Hermanos Wachowski, 1999), entre muchas otras referencias cinematográficas y/o literarias. Si hay tiempo, vuelvo a esta película en algún momento de los próximos días. 
El Infiltrado (Snitch, EU-EAU, 2013), de Ric Roman Waugh. Un curioso intento de parte de "La Roca" de entrar a las ligas mayores de la "seriedad actoral". El exluchador interpreta a un empresario de la construcción cuyo hijo mayor es chamaqueado por un (dizque) amigo con un cargamento de éxtasis que envía por paquetería a la casa del adolescente baboso. Como el muchacho ya tiene suficiente edad y las leyes anti-narco son ridículamente altas -se nos informa que el promedio de condena es superior al de los asaltantes bancarios y al de los pedófilos, por ejemplo-, el rocoso hijo tiene como futuro pasarse 15 años en el fresco-bote. Entra en escena La Roca y le propone a la fiscal de hierro (Susan Sarandon ganándose la papa) entrar como infiltrado a una organización mafiosa -el cártel de Nuevo León, dicen en la película- para ayudar a atrapar a algún pez gordo con el fin de negociar la liberación de su hijo. Por un lado, estamos ante una película de acción rutinaria, con alguna competente escena de persecución y explosiones y, por el otro, hay el serio intento de construir una severa crítica a la política anti-drogas del gobierno estadounidense que, se dice en algún momento del filme, es una política tan absurda como fracasada. En ninguno de los dos aspectos El Infiltrado es una cinta notable, por cierto, pero la película aguanta el palomazo de fin de semana. No más. Mi crítica en el Primera Fila de Reforma del viernes pasado. 

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