Revista Cine

Sé lo que viste el fin de semana pasado/CCXXXI

Publicado el 01 mayo 2013 por Diezmartinez

Sé lo que viste el fin de semana pasado/CCXXXI Con Iron Man 3 (Ídem, EU-China, 2013) en putimil copias por todo México, era difícil sacarle la vuelta al segundo largometraje del experimentado guionista y ocasional cineasta Shane Black. Como no pude ver Cuatro Notas de Amor (Hoffman, 2012) -el único otro estreno en cartelera-, van mis impresiones del tercer episodio del Hombre Plancha (@duendecallejero dixit). Es cierto que el carisma de Robert Downey Jr. sigue intacto en el papel del multimillonario Tony Stark, convertido en súper-héroe “enlatado” Iron Man. Sin embargo, por lo menos desde esta esquina, su numerito empieza a desgastarse. No es que en sí haya dejado de ser gracioso: lo que sucede es que el guión -del propio Black en colaboración con Drew Pearce- no le da demasiadas oportunidades para su lucimiento. La cinta funciona como una doble secuela, tanto de Iron Man 2 (Favreau, 2010) como de Los Vengadores (Whedon, 2012). En esta ocasión, Stark –cual un Tony Soprano cualquiera- sufre de ansiedad, insomnio y estrés. Ni siquiera el hecho de vivir arrejuntado con la comprensiva Pepper Pots (Gwyneth Paltrow) lo hace feliz. La aparición de un nuevo villano, un misterioso terrorista llamado “El Mandarín” (Ben Kingsley) obligará a Stark a dejar sus traumas de lado para defender a Estados Unidos de esta nueva amenaza. Los mejores elementos de la primera Iron Man (Favreau, 2008) –el tono de screball-comedy entre Stark y Pots; la transformación del junior Stark en un valiente pero egocéntrico superhéroe- se han agotado por completo en la tercera parte. Lo que queda es el lucimiento de uno de sus actores –Ben Kingsley robándose la cinta en los dos papeles que interpreta-, algunos momentos en los que Downey Jr. recupera algo de su brío –su interacción nada sentimental con cierto chamaco nerd- y el epílogo chistosón que se puede ver cuando han terminado de correr los diez minutos de créditos finales. Por lo demás, la ejecución de las distintas escenas de acción no pudo emocionarme menos. No solo no hay novedad alguna en todo lo que vemos en pantalla sino que, además, la rutina avanza sin gracia, sin ingenio, sin imaginación. La promesa de que Iron Man volverá –así dice el mensaje final- más bien parece amenaza.

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