Revista Cine
Otra semana que le saqué la vuelta a la cartelera comercial. Ahora no hubo compromisos familiares ni debates presidenciales pero sí mucho mejor cine en el 32 Foro de la Cineteca y, por supuesto, en la casa. Lo único que vi -pero, señor juez, me pagan por hacerlo, que conste en actas- fue el octavo largometraje del otrora buen cineasta Julio Medem, Habitación en Roma (España, 2010), una soft-core lésbica en la que Elena Anaya y Natasha Yarovenko aparecen la mitad del filme como diosito las trajo al mundo. Nadie pone en duda la bella física de las actrices ni el talento de Medem para manejar la cámara, pero la cinta es inevitablemente repetitiva: cuando las dos mujeres no están haciendo chaca-chaca están compartiendo profundeces. Cuando terminan con las profundeces, continúan con el chaca-chaca. Mi crítica en el Primera Fila del Reforma del viernes pasado.