Revista Televisión

Sé lo que visteis el último día en tv

Publicado el 25 enero 2013 por Alberto CaÑas @albertocmolina
Imagina que algo te preocupa hasta el punto de quitarte el sueño. Continúa imaginando, durante unos días andas con el sueño ligero; sí, te despiertas en mitad de la noche un par de horas antes de que suene la alarma del móvil. Tratas de conciliar el sueño de nuevo, pero por más vueltas que das en la cama terminas desistiendo. Por último imagina que tiempo después logras serenarte y empiezas a dormir con normalidad. Entonces, en un instante, te descolocas otra vez... o te descolocan, claro. Deja de imaginar y si las batallitas personales no te importan lo más mínimo, no sigas leyendo, pues eso mismo me sucedió delante de un televisor.
Curioso y por partida doble. En primer lugar, porque lo último que busco en la televisión es una excusa para reflexionar sobre lo humano y lo divino. Al contrario, entretenimiento puro y duro —aunque en ocasiones el entretenimiento televisivo sea más duro que puro— con tal de no pensar demasiado y desconectar. Y en segundo lugar, porque lo que provocó la "recaída", por referirme a ella de alguna manera, fue una de esas series de éxito que jamás antes había visto y nunca más volveré a ver porque no había por donde cogerla. El caso es que, por X motivos de la vida, estaba delante del televisor justo cuando cierto personaje hizo aquella reflexión en voz alta acerca de "sentirse solo" y mis pensamientos me llevaron a otro punto de mi historia particular.

SÉ LO QUE VISTEIS EL ÚLTIMO DÍA EN TV

ojodigital.com

Entre tú y yo, si pudiera elegir, elegiría estar solo. ¿Has llegado a sentirte realmente solo a pesar de tener a alguien a tu lado? ¿Alguna vez has experimentado esa sensación? No se la deseo ni a mi peor enemigo... bueno, a ese sí, a quién pretenderé engañar. A partir de este instante ni siquiera confesaré si lo que viene a continuación sucedió hace un par de años, meses, días, horas o minutos para no dar pistas y obligar a alguien a mirar para otro lado.
En este mundo —y tal vez en alguno más, pues según algunas series de TV existen varios universos— en función de su sangre hay tres tipos diferentes de criaturas: caliente, fría y fría con algún tipo de anticongelante para resistir las embestidas del invierno. Pues bien, hacía bastante tiempo, ya no recuerdo exactamente el tiempo que llevaba sin ver a esta persona de la tercera clasificación hasta que llegó el reencuentro. Considero que he dado lo mejor de mí por esa persona, todo cuanto podría dar cualquiera en mi lugar —lo cual no deja de ser mi versión de los hechos, por supuesto, tendrías que escuchar la suya—. De hecho, todo fue más o menos sobre ruedas y así continuaría de no ser porque levanté el pie del acelerador, me detuve y miré alrededor. No, solo no estaba, pero me sentí solo.
No era la primera vez que sentía algo similar, pero hasta ese reencuentro no fui consciente de que las cosas difícilmente volverían a ser iguales por mi parte. Cuando crees haber alcanzado tu tope, ¿qué más hacer en adelante? ¿Y si para la otra persona no has hecho tanto como a ti te parece? ¿Con qué derecho pides a alguien que te valore o cuide más de ti? ¿Hasta qué punto se puede pedir algo semejante cuando podría haber salido de forma natural y espontánea y no ha ocurrido? En una relación de amistad, de pareja o de pareja sin pareja, siempre habrá alguien que ponga más de su parte, pero cuando esa parte es tan superior a la otra que la relación se desvirtúa cada vez más y no lo remedias... corres el riesgo de perder a alguien que haya escrito para ti desde el otro lado de la pantalla del ordenador, aunque mires para otro lado o pienses que esto jamás podría ir dirigido hacia ti.

Volver a la Portada de Logo Paperblog

Revista