Revista Medio Ambiente
El verano ya está dando sus últimos coletazos antes de despedirse hasta el año que viene. Personalmente, el verano en la naturaleza me resulta la estación más aburrida de todas. La mayoría de los visitantes que llegaron en primavera para pasar unos meses entre nosotros, ya se han marchado hacia el sur. Los viajeros del norte, los que se detienen sólo unos días para avituallarse antes de continuar su camino y los que se quedarán todo el invierno, aún no han llegado. Los prados dejan el verde y se vuelven amarillos, las hojas de muchos árboles se retuercen y se secan, y hasta la mar está más silenciosa y vacía que el resto de año.
Aunque oficialmente aún quedan casi dos semanas para que el verano finalice, ya se siente el otoño entre nosotros. Los bosques de las zonas más altas ya se empiezan a vestir de ocre. Con las primeras lluvias de mediados de septiembre, los ciervos abandonarán el bosque y su vida tranquila para afrontar la época más importante del año, la berrea, que llenará el monte de sonidos guturales y choques de astas. Los osos se dejarán ver mientras comen sin descanso para acumular las reservas necesarias para pasar el invierno. Las aves marinas surcarán la mar camino al sur: alcatraces, pardelas, págalos, charranes, araos, alcas y otras muchas aves, pasaran a millones frente a nuestras costas, y las playas y rías se llenarán de limícolas que buscarán entre el fango y la arena la comida necesaria para continuar su viaje.
Y el sol, que durante el verano caía verticalmente sobre nuestras cabezas dejándonos una luz dura y plana, se inclinará para ofrecernos las mejores luces que nos permitirán apreciar todos los tonos y matices de la naturaleza. El aire se limpiará, la calima del verano desaparecerá y en los días despejados podremos ver hasta los montes más lejanos, que hace tan solo unas semanas apenas éramos capaces de distinguir.
Es cierto que este verano, al menos en el norte, no ha sido demasiado caluroso y que incluso en agosto ha habido más días de "mal tiempo" que días de sol y cielos azules. Afortunadamente hemos tenido esos días, que nos han dejado atardeceres en los que las nubes se han pintado de oro y rojo para reflejarse en los charcos de la marea.
Ya llega el otoño, la estación más bonita del año y os animo a que disfrutéis de ella y a que olvidéis lo antes posible el aburrido y monótono verano. No hay mejor cura posible para la llamada depresión post-vacional, aparte de no cogerse vacaciones, que acercarse al monte o a la mar y vivir el otoño.
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