Unos se van, a otros los echan y hay quienes se van porque los quieren echar.
Se va la directora de la Biblioteca Nacional, Milagros del Corral, porque no admite la degradación del rango de la institución, que con la excusa del ahorro pasa de organismo autónomo a subdirección general.
Echan al subdirector general de Coordinación y Promoción de la Libertad Religiosa en el Ministerio de Justicia, Juan Ferreiro, por pronunciarse claramente sobre la polémica del uso del hiyab en las aulas cuando la joven Najwa fue expulsada de clase.
Y se marcha (o se exilia, según se mire) Baltasar Garzón, aburrido de que sus propios compañeros y el fascismo rampante quieran inhabilitarlo por meter mano a los crímenes del franquismo.
¿Qué sucede en España que se marchan los más válidos? ¿En que piensa el gobierno de ZP que permite que sus mejores cabezas, situadas en puestos intermedios, se vayan o los echen mientras los inútiles siguen colocados al frente de los ministerios?
De Garzón y de Milagros del Corral ya se ha hablado bastante. Cada cual tiene una idea formada al respecto y sus respectivas situaciones son una prueba palpable del drama que viven la Justicia y la Cultura en España.
Quiero referirme a Juan Ferreiro. Lo conocí hace más de quince años, en el Congreso, cuando era un simple jefe de prensa de un grupo parlamentario que agonizaba, el CDS. Tuvimos un buen trato e incluso planeamos proyectos juntos que finalmente no cuajaron. Era un tipo tranquilo, inteligente y comedido, de una educación extrema, tanto como su acento gallego. Después, Juan se fue a su tierra, a trabajar en la universidad. Con el paso del tiempo logró una cátedra de Derecho Canónico y se convirtió en uno de los mayores expertos sobre el mundo islámico y ya en el ministerio fue un reconocido interlocutor para los colectivos musulmanes, que lo apreciaban y confiaban en él.
En contra de lo que sucede en el Ejecutivo de Zapatero, Ferreiro tiene las cosas claras sobre el uso del hiyab en la escuela y así lo ha expresado con total libertad. Esto es lo que ha sentado mal en una Administración cuyos miembros solo han emitido balbuceos contradictorios a este respecto.
Con este cese, ¿dónde queda la Alianza de las Civilizaciones que proclama y promueve el talante zapaterista? ¿Es talante y tolerancia expulsar a alguien que tiene las cosas claras y así lo expresa?
Mientras, ahí siguen, atornillados a sus poltronas, los ministros de Justicia, Francisco Caamaño, y de Cultura, Ángeles González-Sinde. Son sus cargos intermedios, los que están realmente preparados, quienes deben largarse.
Así nos luce el pelo.