Revista Opinión

“Se me está acabando la paciencia”

Publicado el 01 diciembre 2010 por Rgalmazan @RGAlmazan

Así de flamenco y de chulesco se mostró el ex-embajador yanqui, en marzo de 2007. Y es que el embajador, Eduardo Aguirre –será casualidad lo del apellido--, de origen cubano, actuaba como el representante del gran Imperio, mandando sobre sus súbditos, poniendo los puntos sobre las íes, como debe hacer quien tiene la tremenda responsabilidad de mantener el poderío yanqui, incluidas sus posesiones españolas.

Con nuestro desleal comportamiento pusimos al Imperio contra las cuerdas, y los nervios del diplomático estallaron. Sentía que su excelso y maravilloso, a la par que todopoderosísimo, país tenía ciertos problemillas: la muerte de un cámara español (que se puso delante de sus tanques), los traslados en vuelos con prisioneros de Guantánamo con escala en España y que en este país, algunos miembros del gobierno y la judicatura no estaban mostrando su lealtad como debieran.

Pero no sólo fue en esa fecha ni con ese embajador, en 2009, el tema de las torturas de Guantánamo también trajo por la calle de la amargura a las autoridades yanquis, ahora era el nuevo embajador Solomont, de la nueva administración Obama, quien se ponía nervioso.

Y en el centro de todo ello, un juez impertinente, un tipo al que, importándole un pito el Super-imperio, pretendía hacer justicia. Un tal Garzón.

¿Es o no cabreante que un tipejo por muy juez que sea pretenda hacer justicia al Imperio? pero, ¿quién se ha creído que es? No es de extrañar la reacción del Imperio, su preocupación y desazón ante este desatino garzoniano.

Y naturalmente, Wikileaks nos ha terminado de despejar las incognitas. Menos mal que hay gente fiel a USA, que si tiene que dar un puñetazo en la mesa, lo da. ¡Faltaría más! Actuando con energía y firmeza los fiscales Conde Pumpido y Javier Zaragoza, así como la vice María Teresa Fernández de la Vega se vieron obligados a intervenir para que el agua volviera a su cauce, para que imperase el orden natural.

Conde Pumpido
Sólo faltaba que ese juez indeseable se les subiera a las barbas. Y allí estaban ellos para frenar a ese ínclito personaje. Hoy sabemos gracias a Wikileaks, que esos fiscales y la vice, más algunos personajes de segunda fila, se vieron obligados a intervenir para parar a ese juez incómodo que pretendía ni más ni menos que juzgar al Imperio.

Debemos agradecer a Eduardo Aguirre, a Alan Solomot, a De la Vega, a Pumpido y a Zaragoza y Cía (cía=compañía, no vayan a pensar mal) que aquellos episodios no llegaran a convertirse en una rebelión en toda regla. USA en aras de sus poderosas facultades (como debe hacer todo gran Imperio) supo amenazar y mover sus peones judiciales y políticos para que la cosa quedara en aguas de borraja.

Lo que queda por dilucidar es si esa valiente aportación de nuestros políticos y fiscales  no fue el principio de una gran amistad que tiene algo que ver con que Garzón esté en La Haya. Pero tengamos calma, que los papeles del culebrón de Wikileaks siguen saliendo, y lo mismo este hilo termina quién sabe dónde.

Salud y República


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