Ha pasado una semana y no había dicho o escrito nada sobre la beatificación de Juan Pablo II. Vaya, qué descuido el mío. Bueno, la verdad es que hace años no habría sido nada benévolo. Entonces uno soñaba el sueño progre, antes que se convirtiera en pesadilla, y claro, lo progre era estar contra el Papa, dijera lo que dijera, no hace falta tener criterio propio ni conocer el tema, estar contra es mucho más cómodo y estupendamente moderno que pararse a pensar.Hoy tal vez hay cosas que sigo sin ver, pero desde otra perspectiva. Hace falta cierta distancia para ver el conjunto y el dibujo general es bastante más positivo que otra cosa. Yo también pensé que nos dio una lección estando al pie del cañón hasta el final, reivindicó la dignidad de la vida incluso cuando el cuerpo es apenas una ruina de lo que una vez fue.Creo además que no es buena tanta prisa en beatificarlo, pero vivimos un tiempo apresurado en que todo tiene que pasar en el instante, no sé si el estará de acuerdo con cómo se está llevando la causa. El propio santo es, normalmente, el más consciente de sus errores, debilidades y pecados.En definitiva, me alegro y espero que suponga una luz más para la fe y la Iglesia, será bueno controlar ciertos excesos y no me alegro de la urticaria de algunos que aún están presos en la pesadilla de vivir contra todo lo que no sea su progresismo trasnochado.Y este vídeo para rematar la faena. Breve y contundente.