Los rumores sobre el grave estado de salud de Benedicto XVI señalan que padece una enfermedad terminal y que el Vaticano habría asimilado que en breve morirá el papa emérito
CIUDAD DEL VATICANO.-Aunque el portavoz vaticano, padre Federico Lombardi, excluyó que Joseph Ratzinger, que actualmente reside en Castel Gandolfo, a 30 kilómetros de Roma, padezca “una enfermedad específica”, y señaló que “sus problemas de salud están vinculados a la edad”, pues la semana próxima cumplirá 86 años, la alarma vino desde España con la versión de que “tiene algo muy grave”. Lo escribió la periodista española Paloma Gómez Borrego en el diario El Mundo. “Benedicto XVI tiene algo muy grave, en 15 días ha sufrido un deterioro físico impresionante”, tituló el diario español. Según Borrego, el Papa Francisco se mantiene continuamente informado sobre el estado físico de su predecesor, quién el 11 de febrero anunció su voluntad de renunciar a partir de fin de mes porque “la falta de fuerzas debido a la edad” le impedían llevar adelante su misión apostólica. Joseph Ratzinger padece en forma congénita de una debilidad general en su sistema cardiocirculatorio. A principios de los años 90 sufrió una hemorragia cerebral moderada cuando se encontraba de vacaciones en las montañas del norte italiano. Aunque pidió al Papa Juan Pablo II que lo dejara renunciar para retirarse a seguir estudiando y escribir libros de teología en su casa de Ratisbona, la ciudad universitaria de Baviera donde fue académico y vivía su familia, hoy reducida a su hermano mayor que está cerca de los 90 años, el Papa polaco le dijo que se quedara en su misión de “ministro” defensor de la ortodoxia católica y la disciplina del clero. De aquel derrame el único rastro que quedó fue una visión reducida en un ojo, que en los últimos años se ha ido agravando bastante. Benedicto XVI tiene puesto desde hace una década un marcapasos para regularizar el ritmo de funcionamiento del corazón, y sufre de presión alta. Según los pocos que lo ven en Castelgandolfo, el Papa emérito alemán come muy poco y luce más bien deprimido. El final de su pontificado lo ha amargado mucho porque la renuncia se debe no solo a la debilidad por su envejecimiento, sino a los escándalos causados por las luchas de facciones en el Vaticano, la humillación personal que vivió Benedicto con el caso de su mayordomo infiel que durante años le robo importantes documentos secretos en los apartamentos pontificios (que Francisco no quiere usar como aposentos), y el descontrol por los casos de corrupción y luchas de poder en el IOR, el banco del Papa.