Revista Infancia
Se permite llorar .
Llorar porque te ves reflejada.
Llorar porque aún duele recordar, muy poquito ya, esos primeros momentos.
Llorar por aquellos ridículos miedos y las miles de lágrimas derramadas.
Llorar porque echas la vista atrás y te das cuenta de todo lo conseguido por tu pequeña y la suerte de estar a su lado dando aliento. ¿Quien se lo da a quien?.
Llorar porque te has dado cuenta contra todo pronóstico que eres una mamá con suerte. Somos una familia con suerte.
Si me dieran a elegir una vez mas, te elegiría sin pensarlo, es que no hay nada que pensar. Que no existe ni motivo ni razón para dudarlo ni un segundo , porque tu has sido lo mejor, que toco este corazón, y entre el cielo y tu, yo me quedo contigo.
Y vuelvo a emocionarme (que tonta), por tener la suerte de ser madre de mi maravillosa chica con síndrome de down, y seis preciosas niñas más, que casi nunca lo digo y sin ellas todo sería más aburrido.