Ya llega. Ya está a la vuelta de la esquina. Bajo la excusa de la inmigración ilegal ya se anuncia el “Gran Pacto de Estado”. Hace días el expresidente Zapatero ya había dado la señal de salida y había hablado de un gran pacto entre los dos grandes partidos.
Pero, ¿por qué se habla de “Gran Pacto de Estado” cuando lo hacen los dos grandes partidos, dejando fuera a todos los demás grupos del parlamento, como si no fueran parte del Estado? ¿Acaso no es interesante en un tema como el de la Inmigración u otros de gran calado que pacten la mayoría de los partidos? Parece que no. Y es comprensible.
Tanto el PSOE, en su momento, como el PP ahora han actuado de forma similar. Por ejemplo, ambos han instalado concertinas. Tanto uno como otro han sido incapaces de hacer ver a Europa que este problema es también suyo y que tienen que ayudar a poner los medios para resolverlo. Y no les han hecho ni puñetero caso. Merkel y Cía pasan de la inmigración totalmente, sólo les afecta a los países mediterráneos que es por donde entran los africanos.
Y es que están acostumbrados, los dos partidos, a hacer lo que les manda Europa. Todavía recordamos con repulsa y con ira como, con agostidad, nocturnidad y alevosía en 2011, cambiaron ambos partidos la Constitución para que el cumplimiento del techo del déficit – que Alemania ordenó: el 3%-- fuera prioritario, aunque esa sumisión supusiera el desmantelamiento del Estado del Bienestar.
Nadie pone en duda que pactar en muchos casos puede ser bueno, pero cuando se habla de pactar los dos grandes partidos siempre hay intenciones ocultas. Y la de ahora es muy clara, se acercan elecciones y basta observar las últimas encuestas para darse cuenta de que tanto PSOE como PP están perdiendo fuelle y caen estrepitosamente haciendo que ese bipartidismo que antes parecía tan claro (por encima de 75%), hoy está en claro declive (aprox. un 60%) y amenazado por otros partidos, sobre todo IU y UPyD.
Eso, justo eso, es lo que no quieren que ocurra. Ellos, con su alternancia política han dominado los tres poderes desde siempre, y ahora quieren que no se acabe el chollo.
Yo que siempre he defendido que hay una diferencia sensible entre PP y PSOE –sobre todo en sus militantes y no tanto en sus cúpulas—, y que por esa razón he recibido críticas de los que dicen que son iguales, he de decir que en momentos como éste donde el peligro de que próximos gobiernos puedan estar muy influenciados por otros partidos les ponen los pelos de punta. Por ello, sueltan a pasear, utilizando sus altavoces mediáticos, al duende del “Gran Pacto”, algo así como el “Todo por la patria”. No les basta con la ventaja que les da la ley d’Hont. Todo por el bipartidismo. Para que siga siendo lo que hasta ahora ha sido, una alternancia perpetua donde los demás son meros comparsas con mínima influencia.
Así es que dejémonos de hablar de que la crisis económica, o de que el peligro de la inmigración hace necesario ese “Gran Pacto de Estado”, porque lo que se esconde es una defensa a ultranza del bipartidismo.
Ya verán como los bombardearán hasta que pacten ellos, dejando al margen a los demás y tratarán de convertirse, de nuevo, en falsos salvadores. De hecho, el PSOE ya ha empezado a hablar de ello y a actuar como oposición de baja intensidad para conseguir su objetivo.
Es lícito, puede ser muy lícito pero que lo digan, que no nos engañen. Su objetivo no es otro que el mantenimiento del bipartidismo que tantos beneficios les ha dado, aunque ello haya supuesto que hoy nos encontremos como estamos.
Salud y República