Todas las personas tenemos una capacidad de cambio que podemos modular
si creemos obtener algún beneficio.
El despacho en el que paso consulta se encuentra en una calle céntrica de Bilbao. Esto me permite bajar a tomar un cafecito para descansar un rato y quedar a veces con alguna amiga que trabaja en una oficina cercana.
Como soy una mujer de costumbres, normalmente entro siempre en el mismo sitio, en La Viña del ensanche, que es un local de los de toda la vida de Bilbao (por lo menos de la mía), y que me resulta muy agradable por la buena actitud de las personas que trabajan en él.
- Hace algún tiempo, con motivo de algún aniversario que no recuerdo, La Viña decidió poner el café a un precio especial, ochenta y cinco céntimos de euro.
Tiempo después, y vista la buena acogida que la medida había tenido entre la clientela, decidieron que ese sería el nuevo precio de esa consumición de forma permanente en el horario de ocho de la mañana a cuatro de la tarde.
Hace unos días y siguiendo mi costumbre, mi marido y yo nos dirigimos allí a tomar nuestro café de sobremesa. A esa hora todavía estaban sirviendo los menús y no pudimos sentarnos en ninguna mesa libre así que nos acercamos al bar de al lado que estaba practicamente vacío.
Al ver que llegaba la hora de mi siguiente cita y que iba a andar algo justa le dije :
- Me voy a subir y así me da tiempo a situarme un poco. Paga tú por favor.
- Vale. Luego nos vemos.
Justo entro en el despacho cuando mi móvil suena con un mensaje
- “¡Alucina!Le he dejado cuatro euros para pagar los dos cafés y ¡no me ha llegado!”
- ¿Y eso?
-Le he preguntado que cuanto cuesta pues el café y me ha dicho que dos euros diez cada uno.
-Ahora entiendo por qué estaba vacío y hemos encontrado sitio- Le contesto.
-Ya pero ¿por qué teniendo un local justo al lado con esa oferta comercial tan buena ponen el precio del café casi tres veces más caro?
- Ni idea- contesté ¿Cada uno hace lo que considera más adecuado no?
Y sí, así es. Ciertamente, cada uno actúa de la manera que considera más adecuada.
En el ejemplo que os pongo del precio del café, suponemos que el dueño del negocio tendrá sus razones para poner ese precio sabiendo que su competencia directa, un local con historia, imagen y nombre, lo tiene bastante más barato.
Se me plantearon algunas preguntas:
- ¿Tienen margen de maniobra en el precio? y en el caso de tenerlo
- ¿está dispuesto a cambiarlo por esta razón? (el comportamiento del bar de al lado) o ¿prefiere continuar con su criterio a pesar de las consecuencias?
- ¿Es consciente de las consecuencias que le puede acarrear algo en principio tan banal como el precio de un producto?
- ¿sería tan importante el precio si su competencia no lo tuviera tres veces más barato?
En cualquier caso, a mi me parece que lo que no tendría demasiado sentido es que se lamentara de no llenar su terraza o incluso de tener pérdidas.
Sin embargo, algo en mi interior me hizo pensar que probablemente esa persona en alguna ocasión sí se lamentaría e incluso echaría la culpa de su mala fortuna al bar vecino.
En el caso del comportamiento humano, creo que muchas veces nos ocurre algo similar.
- Lamentarme por no conseguir los objetivos que quiero a nivel sentimental, laboral, social sin ser consciente de que quizá con mi comportamiento ni siquiera los estoy persiguiendo.
- Miro con recelo, desconfianza o incluso algo de rabia a personas de mi entorno por buscar activamente o incluso llevar a la práctica cambios que a mi me da mucha pereza realizar. Al fin y al cabo, el movimiento de los demás también evidencia de alguna manera mi inmovilismo.
- No entiendo o me siento injustamente recompensado por mi comportamiento (no consigo ser suficientemente considerado en el trabajo, no percibo la aprobación o validez social que considero merecer…).
Es cierto que las personas tendemos a repetir y mantener comportamientos que nos reportan ciertos beneficios y optamos por desechar aquellos que nos generan consecuencias negativas. La dificultad está en no tener muy claro cuales son los aspectos positivos de actitudes o tendencias que nos generan malestar o están generando consecuencias claramente negativas ¿no crees?
Yolanda P. Luna
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