Revista Empresa
En las últimas semanas he leído diversos artículos de prensa sobre el drama que estamos viviendo con las miles de personas que se están marchando de nuestro país por falta de oportunidades laborales, y/o para encontrar mejores condiciones profesionales y de vida.
Este fenómeno de la emigración económica, como todos sabemos, se repite en España una vez más, como ocurrió a finales del siglo XIX y durante todo el siglo XX hasta mediados de los años 80. Y como comenta Concha Caballero, profesora de Literatura en su artículo de EL PAIS Las ilusiones pérdidas “Aparentemente nadie se escandaliza por esta fuga de cerebros, lenta pero inexorable… son una generación perdida para nuestro país y para nuestro futuro. Un tremendo error que pagaremos muy caro en forma de atraso, de empobrecimiento intelectual y técnico. Aunque todavía no lo sepamos”.
Una vez que llegan a sus destinos (Alemania, Brasil, México, Estados Unidos, Dubái…), el comentario más generalizado, es que a casi todos les gustaría volver pero también reconocen que allí se les reconoce, valora, pueden desarrollar su talento y con asiduidad las condiciones laborales (horarios razonables, posibilidad de conciliar, formación recibida, trato recibido por sus superiores, etc.) son un sueño que era casi imposible alcanzar aquí. Me imagino, que como en todo, no todo el mundo podrá decir esto pero es una evidencia que para muchos es así. Ante esta situación, me pregunto, ¿no es el momento para que cambiemos de una vez por todas las cosas, en la medida en la que podamos? Está claro que la crisis económica está ahí y no sabemos cuándo acabará, pero no justifica que no podamos aprovechar para mejorar. Tenemos que hacer atractivo el trabajo para nosotros y para los que vengan o vuelvan. Cambiar la cultura laboral de nuestras empresas y organizaciones, abandonando la forma de gestionar a las personas que en demasiadas ocasiones se acerca al “caciquismo cortijero”.
Valorar y reconocer a las personas de forma objetiva por lo que hacen y por lo que puedan hacer, olvidando para siempre “el café para todos” o el tratamiento diferenciado dependiendo de donde vengas y quién te recomendó.
Las herramientas en Recursos Humanos las conocemos y las tenemos a nuestra disposición, que nos permiten diferenciar buscando que cada persona realice el trabajo que mejor puede desarrollar (Mapas de Talento), abriendo la empresa a la opinión, a la innovación y a la co-creación (2.0), modernizando estructuras y abandonando la cultura de la permanencia (Compromiso y Conciliación).
Creo que nos jugamos mucho, el quedarnos con los mejores profesionales y atraer de nuevo, cuando mejoren las condiciones, a muchos de los hoy se marchan o que nos marcháremos. En definitiva, trabajar y vivir mejor.
No sé si habrá o no una generación pérdida como dicen, sinceramente pienso que no, que lo positivo es que está en el ambiente y en el ánimo de muchos que no sea una quimera que el futuro será mejor.