No se rían, aunque sea broma. Si Güi Güi ha salido a la venta en Hong Kong, como ha informado Canarias 7, quién nos dice que algún espabilado no le propone el Roque Nublo a los rusos para que instalen en la cima un mirador para ver las estrellas. De hecho, circula por ahí un cierto proyecto para construir un teleférico que alongue a los turistas y a los paisanos desde Tejeda hasta los pies del símbolo grancanario por excelencia. Una vez arriba podrán disfrutar de las vistas almorzando en un restaurante gourmet y comprando fruslerías en una tienda de recuerdos. Cuando la naturaleza, incluso la más venerada y admirada, se pone en almoneda, todo es posible. Sobre todo en estas islas, en las que ha habido que luchar a brazo partido para que determinados intereses no alicataran espacios únicos con hoteles de cinco estrellas a mayor gloria del monocultivo turístico. Aún así, los estropicios naturales están a la vista de todo el mundo. Sólo hay que darse una vuelta por los “sures” para comprobar que, a la hora de levantar jaulas para turistas, ni las laderas más escarpadas de los barrancos son impedimento. Que el propietario de Güi Güi lo haya puesto en venta en China es para que se pongan rojos de vergüenza quienes han permitido que una de las pocas perlas que le van quedando ya a la naturaleza canaria siga en manos privadas. Ahora caen en la cuenta algunos de que la incorporación de la zona al patrimonio público y su declaración como Parque Nacional sería la panacea para alejar de ese lugar único obscenas apetencias especuladoras. Espero que no nos enredaremos en líos competenciales entre políticos y administraciones sobre quién, cómo, cuándo y cuánto. El propietario los vende por 6 millones de euros, que no parece ser una cantidad desorbitada para que la asuman el cabildo o el Gobierno de Canarias, o ambos de común acuerdo. Bastante más destinan cada año tanto uno como otro a gastos prescindibles, sin olvidar que sus respectivas arcas están saneadas. Incluso no descartaría que lo que precisamente busca el propietario anunciado la venta en China es que sean el cabildo o el Gobierno de Canarias los compradores de esos terrenos. Güi Güi es un lugar único, una isla dentro de otra, como la ha definido alguien. Sus valores naturales y medioambientales no tienen parangón en toda Canarias y si hasta ahora ha escapado a las apetencias de los señores del cemento que han llenado las costas canarias de adefesios, ha sido por una abrupta orografía que dificulta extraordinariamente el acceso.
No me tranquiliza ni me consuela en absoluto que el presidente del cabildo alegue que nada se puede hacer allí aunque la propiedad cambie de manos y pase a las de algún comunista reconvertido al capitalismo salvaje de estado. Nada se podía hacer tampoco en muchos otros puntos de las islas y bastó cambiar convenientemente una plan general aquí y unas normas subsidiarias allá y se terminó haciendo lo que parecía imposible. En la mente de todos están los ejemplos de determinados hoteles construidos en donde no se podían construir, condenados en firme al derribo por la justicia y, sin embargo, en pie vivitos y coleando. Es imprescindible corregir el error que supone que un espacio como Güi Güi, que el ser humano aún no ha conseguido echar a perder, siga en manos privadas. Se impone su adquisición pública y la máxima protección medioambiental posible convirtiéndolo en Parque Nacional. Es la manera más segura de evitar que un buen día el título irónico de este artículo se convierta también en realidad.