Seamos más lesbianas.
Es mi propuesta inspirada por las idas y venidas de celebrar, conmemorar, señalar y cómo o como no, el día de la mujer trabajadora, lo que a mi juicio es una redundancia insultante. Mujer y trabajadora son sinónimos, aunque no aparezca así en el diccionario. Lo son, en todas las culturas y en todos los tiempos. Y además de eso, tenemos todo en común. Estoy más que convencida de que el machismo ha calado aprovechando las grietas, inmensas, entre nosotras: la otra está gorda o demasiado delgada, es ligera de cascos, se arregla mucho, se arregla poco, es mala madre, no se cuida, calienta pollas, putón… la otra es una amenaza a la que hay que vigilar no sea que quiera quitarnos al macho de turno, la otra.
La otra es una figura en sí misma con significado y personalidad propia.
Y mientras no entendamos que la otra no existe, porque la otra soy yo, con malestares de regla, con contradicciones, con inseguridad, con una autoestima de mierda, tratando de quererse y de crecer un poco, entonces, seguimos profundizando una grieta por donde caben todos los machismos del mundo.
Seamos más lesbianas. Propongo una mirada empática y amable hacia nosotras, las mujeres. Una mirada en la que seamos capaces de reconocernos en lugar de aislarnos, una mirada cómplice y respetuosa.
Propongo que eduquemos a nuestras hijas en el respeto hacia la amiga, no en la crítica. Que sean capaces de construirse un mundo lleno de mujeres red, mujeres fuertes, mujeres protagonistas de su propia historia.
Seamos más lesbianas.
Olga Carmona