Revista Cultura y Ocio

Seamos profesionales

Por Ritofrancesmoderno

profesionales, silueta en negro

No hace mucho una antigua Gran Maestre, archiconocida por su bisoñería más que  por su masonería, sometió a verdadero acoso verbal a una Hermana de mi Taller, pretendiendo enlodarlo todo: desde el Rito que trabajamos, hasta las buenas o malas intenciones de nuestra Obediencia respecto a las Hermanas… pasando incluso por cuestionar la honorabilidad de algún Taller amigo nuestro. Un verdadero despropósito, más propio de la profesional del alambre que, a todas luces, ha demostrado ser, que de una francmasona. Fueron tales su torpeza e inoportunidad, que movieron a su víctima a realizar una instantánea catalogación de la persona de esta ex prócer: esta señora es una impertinente, comentó mi Hermana cuando me contó el sucedido.

Semejante desfachatez es impropia de alguien que se considera Masona, pues contraviene todos los usos, costumbres y normas de moral masónica: ¿cómo se le ocurre a esta profesional del ramo inmiscuirse en los modos, maneras y disciplina de un Taller distinto del suyo, en su soberanía? Cuando mi Hermana –a la que sí reconozco como tal- me lo contó, no me sorprendió pues no es la primera vez que aquella profana con mandil acosa a alguien de otro Taller. Lo propio hizo conmigo siendo yo Aprendiz recién iniciado: en cuanto me la presentaron, en un bar, comenzó a denostar a mi Obediencia y a mi Logia, hablando –como suele- ex cathedra, maestra liendres que de todo sabe y de nada entiende. Luego, claro, cayó en que debía saludarme y, acto seguido, me hizo un panegírico de su vida y milagros. ¡Lo que ha viajado ese cuerpo!

Soberanía de la Logia, respeto a los Hermanos y vergüenza son constantes que deben estar absolutamente presentes entre nosotros; pues, de otro modo, se convierte esta segmentada y atomizada masonería española en patio de monipodio más que en el espacio fraterno que está llamada a ser, independientemente de las características, colores, ritos e idiosincrasias propios de cada cual.

Seamos, pues, siempre y de verdad, profesionales.

 


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